miércoles, 14 de marzo de 2018

Inevitable: Capítulo 29

Pedro no  era  un  santo.  Era  un  hombre.  Y  un  hombre  desesperado  con  necesidad  de supervivencia.

—¿Así que David confía en ti, corazón? —murmuró—. Veámoslo.


—¿Ir a dónde?

Paula parpadeó. ¿Llevaba todo el día intentado mantenerse fuera del alcance de Pedro y ahora le pedía que fuera a una fiesta?

—¿Por qué? —preguntó con recelo.

Él esbozó una blanda mirada de inocencia.

—¿Por  qué  no?  Pensé  que  te  divertiría.  Ver  un  mundo  diferente  al  que  estás  acostumbrada. ¿No era ésa la finalidad de venir a la gran ciudad? ¿Ver cómo vive la otra mitad de la humanidad para poder volver a casa satisfecha con tu elección?

Paula lo  miró  con  atención  intentando  decidir  si  se  estaba  burlando  de  ella.  Pero  su  expresión  no  cambió.  Seguía  calmada  e  impenetrable,  como  si  le  estuviera  ofreciendo un sandwich y no caviar y ostras en un plato de Limoges.

—¿La  fiesta  de  Estefanía Kemmerer?  —Cecilia puso  unos  ojos  como  platos—.  ¿Es  ésa a la que te está invitando?

Paula había olvidado el nombre en cuanto lo dijo, pero Pedro asintió.Cecilia parecía impresionada.

—Tienes que ir. No será una fiesta sólo, será un acontecimiento.

A Paula no le gustó el sonido de aquello.

—¿Un acontecimiento? ¿De qué tipo?

—Estefanía Kemmerer  es  su  agente.  Es  famosa  por  sus  fiestas.  Conoce  a  todo  el  mundo... —Cecilia sonrió—. Sabe exactamente a quién invitar para causar las mejores explosiones.

—¿Explosiones?

Aquello le sonaba mucho peor. Cecilia lanzó una carcajada.

—¡Oh,  ya  sabes!  A  Estefanía le  gusta  que  las  cosas  vibren,  que  la  gente  se  excite,  que charle. Y sabe cómo conseguirlo.

—¿Has estado tú alguna vez?

—Ya quisiera.

Paula miró entonces a Pedro.

—Lleva a Cecilia.

Él ni siquiera miró a la estilista.

—Te he invitado a tí.

—¿Por qué? ¿No puede ir Aldana?

Se arrepintió en cuanto la pregunta salió de su boca. No quería parecer celosa. Pero Pedro esbozó una sonrisa.

—No y es una lástima. Estará en Texas trabajando hasta dentro de una semana.

O  sea  que  si  hubiera  estado  en  Nueva  York  la  hubiera  llevado  a  ella.  No  supo  por qué la idea la decepcionó. ¿Por qué debía importarle?

—Vete —le insistió Cecilia—. Así podrás contármelo.

—No tengo nada que ponerme para una fiesta como ésa.

—Puedes ponerte vaqueros si quieres —dijo Pedro—. A Estefanía no le importará.

—¡No puedo llevar vaqueros!

—Bueno, no es para tanto. Podrás encontrar algo. Cecilia podría ayudarte.

—Sí —asintió Cecilia con ansiedad—. Vamos, Paulka. Será divertido.

¿Divertido?  ¡No  era  así  como  lo  describiría ella!  Le  gustaba  Nueva  York.  Pero hasta el momento lo había visto completamente bajo sus propios términos.

—Podrás contárselo a David. Le parecerá una maravilla.

David pensaría que era una tontería. A él sólo le gustaban las fiestas familiares. Ya  había  mucha  combustión  en  ellas,  hubiera  dicho.  Él  nunca  buscaría  nada  más.  Pero ella sí, pensó Paula. Por eso había ido a Nueva York. Recordó a la hermana Carmen diciendo que había salido al mundo para retarse a sí misma.

—Aprender  lo  que  aprendí  y  ver  lo  que  ví  consiguió  hacer  más  firme  mi  vocación.

La hermana Carmen hubiera ido a la fiesta de Estefanía Kemmerer. Paula suspiró.

—De acuerdo.


Era muy amable haber invitado a Paula a la fiesta de Estefanía .Muy amistoso y caballeroso.Eso había dicho su hermana.

—¡Qué  encanto  por  tu  parte  que  te  hayas  acordado  de  ella!  —se  entusiasmó  Sonia  el miércoles cuando habló con Pedro para preguntar cómo iban las cosas.

—Van bien.

—Maravilloso. ¡Qué atento por tu parte, Pepe!

—Ya sabes cómo soy. Atento hasta la saciedad.

—Pues claro que lo eres. De verdad. Eres un encanto, Pepe.

Él se frotó el cuello sintiéndose incómodo.Pero no pensaba sentirse culpable como si la fuera a arrojar a los lobos. Era sólo una  invitación.  Y  era  lo  que  ella  quería:  una  nueva  experiencia.  Y  sería  buena  para  ella.Y para él.Calculaba que Paula estaría en el avión de vuelta a Iowa pocos días después de la fiesta.

—¿Estefanía es  tu  agente?  ¿La  que  conoce  a  todo  el  mundo?

 Bueno,  Paula tendrá  muchas cosas que contar cuando vuelva.

—¡Desde luego!

Aunque  no   creía  que   hablara  de  ello.   Probablemente   ni   siquiera   querría   recordarlo. Acudir a una de las fiestas de Estefanía era como volar demasiado cerca del sol. Si no tenías cuidado, podrías quemarte. Pedro  no  dejaría  que  Paula saliera  seriamente  quemada,  pero  un  poco de chamusquina no le vendría mal.

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