lunes, 12 de marzo de 2018

Inevitable: Capítulo 21

Sólo  cuando  se  fue  la  última  modelo,  consideró  la  posibilidad  de  disculparse  por  su  dureza.  Le  diría  que  la  tensión  se  le  había  acumulado  toda  la  semana,  la  invitaría a cenar y...  Pero Paula estaba hablando por teléfono. Con un hombre. Supo que era un hombre por la forma en que tenía de ladear la cabeza sonriente y por las risitas. ¡Que lo ahorcaran si no estaba coqueteando allí mismo, en el teléfono de su oficina!

—No  te  pago  para  que  charles  con  tu  novio  en  las  horas  de  trabajo  —dijo  Pedro con dureza en vez de disculparse.

—No estaba...

—Tengo trabajo en el laboratorio y terminaré tarde —la interrumpió él—.  Vete  cuando  hayas  terminado  aquí.  Y  mientras  tanto,  dile  a  David  que  te  deje  hacer  tu  trabajo.

—No era...

—Y déjame tranquilo. No quiero que me molesten.

Se  encerró  al  instante  en  el  laboratorio  y  empezó  a  trabajar.  Los  minutos  se  convirtieron  en  horas.  Cuando  estaba  concentrado  no  lo  notaba.  Y  el  laboratorio  siempre había sido su sitio favorito. Para la publicidad, la mayor parte de su trabajo era en color, pero cuando tenía algo en blanco y negro, podía usar tanta creatividad en el revelado como tras la cámara.Eran  casi  las  nueve  cuando  terminó.  Sacudió  los  hombros  para  quitarse  la  tensión  y  se  sintió  bien.  Equilibrado.  Bueno,  al  menos  no  tan  inquieto  como  en  las  dos últimas semanas. Abrió la puerta del laboratorio y salió al área de recepción.

—¿Qué estás haciendo tú aquí?

Paula estaba sentada en la misma silla en que la había dejado con el ordenador enfrente.—Me  dijiste  que  terminara  y  había  mucho  trabajo  atrasado.  He  estado  muy  ocupada desde que echaste a Andrea. Pedro volvió a sentir la tensión en los hombros.

—Podrías haber terminado hace mucho tiempo si no hubieras estado charlando con como se llame tu novio.

—David.

—¡Ya sé como se llama!

Paula apretó los labios.

—Bueno, pues no era David.

—¿Qué  quieres  decir  con  que  no  era  David?   ¿Con  quién  diablos  estabas coqueteando?

—¡Yo  no  estaba  coqueteando!  Estaba  hablando  con  Rafael.  Vamos  a  cenar  mañana. Vamos a cocinar un plato tailandés.

Pedrofrunció  el  ceño.  Debería  haber  averiguado  algo  más  del  carácter  del  tal  Rafael  antes  de  permitirla  alojarse  en  el  departamento  de  Karina.  ¿Y  si  era  un  asesino  en  serie  o  aún  peor,  un  mujeriego  de  sangre  fría  que  se  dedicaba  a  seducir  a  ingenuas?Cruzó la habitación y bajó la vista hacia ella con el ceño fruncido.

—¿Qué es lo que sabes de él?

—Es  bombero,  como  nos  contó  Karina—Paula se  animó—.  Pero  no  el  típico  bombero  de  camión.  Es  especialista  en  desastres  como  terremotos  y  explosiones  de  pozos de petróleo. Precisamente acaba de volver de Sudamérica...

Siguió contándole los últimos viajes del tal Rafael por el mundo hasta que Pedrola interrumpió.

—¿Te ha contado toda su vida Karina?

—¿Karina? No, se lo pregunté yo.

—¿Que tú se lo preguntaste? ¿Cuándo?

—Cuando estuvimos en Ellis Island. Fuimos el domingo pasado.

El ceño de Pedro se frunció aún más.

—Y ayer, cuando estábamos haciendo la colada.

¿Ellis Island? Aquello era ya bastante malo, pero, ¿La colada?

—¿Que has estado haciendo la colada con él?

—Me crucé con él cuando iba a la lavandería y me ofreció su lavadora.

Pedro lanzó un gemido.

—¿Qué he hecho mal?

—¿Y no te dijo, ven a ver mis cuadros, suculento corderito?

Pedro no pudo contener el sarcasmo.¡Pero Paula sólo se rió de él!

—No va a hacer nada parecido. Sabe que estoy prometida.Como si fuera tan sencillo.

Pedro  sacudió la cabeza con desesperación.

—¿Y lo va a recordar él?

—Por  supuesto —aseguró Paula con  confianza—.  Y  a  cambio,  he  quedado  en  prepararle la cena el sábado.

¿Hasta qué punto de inocencia llegaba aquella mujer?

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