Por supuesto, Pedro tenía que buscarle un sitio para quedarse. Sonia le recordó que lo había prometido.
—¿Que yo hice qué? —gritó él.
Su hermana había llamado a última hora de la tarde para ver qué tal iban las cosas, cómo estaba «la querida Paula» y si le había organizado la estancia.
—Dijiste que le buscarías un sitio de alquiler —repitió Sonia.
Pedro estaba seguro de no haber dicho tal cosa.
—¿Que yo he dicho que le buscaría un sitio de alquiler? ¿Con esas palabras?
—Bueno, no hace falta que te pongas como un abogado —refunfuñó su hermana—. Supongo que no fue exactamente con esas palabras. Yo te pregunté si podrías buscarle un sitio y me dijiste que suponías que sí.
—Pero nunca pensé...
No podía decirle que nunca había creído que seguiría adelante. Le debía demasiado y su hermana apenas le pedía nunca nada.Sólo aquello. Sólo... Paula.
—Nada todavía.
—¿Nada?Gina pareció horrorizada.
—Sí, pero ya buscaré algo.
—No lo sentirás —dijo Sonia con buen humor—. Estoy segura de que les irá bien a lo dos. ¡Paula estaba tan ansiosa por ir! Y es muy trabajadora, Pedro. No hay nada que le puedas pedir en lo que no te pueda ayudar.
—¡No me digas! —replicó Pedro con sequedad para no contarle lo que ya había hecho Paula.
Su hermana quedaría alucinada. Diablos, si cada vez que lo pensaba también él quedaba alucinado. Pero no pensaba mencionarlo. Paula Chaves, desnuda, era un recuerdo que no tenía intención de compartir con nadie.
—Ella misma es bastante buena fotógrafa —prosiguió Sonia—. Oh, no de tu clase, por supuesto, cariño. Pero hace fotos maravillosas para La Gaceta.
La Gaceta de Collierville era el periódico semanal local. Sonia era la directora comercial, así que era evidente que era allí donde se habían conocido. Las fotos que Gib recordaba del periódico eran de reinas de belleza locales, de fiestas de adolescentes, jugadores de fútbol del colegio, concursos de pesca y algunos paisajes de hectáreas y hectáreas de cultivos de maíz y soja.
—¿Y eso la ha inspirado para querer venirse a Nueva York?
—No exactamente. Tuvo que ver con una monja, creo.
—¿Una monja?
—Para un artículo que escribió. Paula, quiero decir. Debió inspirarle algo y ha estado muy inquieta decidiendo qué quería hacer...
¿Bailar desnuda?, pensó Pedro con una sonrisa.
—Había dado clases en el jardín de infancia durante tres años antes de empezar a trabajar en el periódico.
¿Jardín de infancia? ¿Había visto a una profesora de jardín de infancia desnuda?Pero lo que era peor era que el recuerdo le despertaba todavía algo en el cuerpo. Al menos aquella profesión explicaba el vestido tan pudoroso que llevaba.
—Era maravillosa con los niños. También le encantaba el trabajo, pero acabó un poco inquieta. Pensó que quizá no fuera lo que quería hacer toda su vida, así que vino al periódico el año pasado.
—¿Y sigue sin estar satisfecha?
—Bueno, no es que no esté satisfecha, pero ha vivido en Iowa toda la vida. Quería ver lo que está por detrás del horizonte.
¡Más tonta ella!, pensó Pedro.
—No será capaz de aguantar esto —dijo Pedro sin rodeos—. Es demasiado ingenua. Demasiado inocente.
—Bueno, te tiene a tí y...
—¡Desde luego que no me tendrá a mí! Yo no soy Mary Poppins, ¿Sabes?
—Por supuesto que no —replicó Sonia con rapidez—. Tampoco esperaba eso.
De verdad que no. Sólo esperaba que le echaras un vistazo. Y ella está muy ansiosa por aprender todo lo que tengas que enseñarle «¡Oh, Dios, no digas eso!, pensó horrorizado». Y como siempre pareces necesitar una nueva asistente. Ella es exactamente el tipo de chica con la que me gustaría que te... Sonia se detuvo de forma abrupta y hubo un largo y embarazoso silencio. Uno que Pedro esperaba que no rompiera porque sabía exactamente cómo terminaría su hermana.«El tipo de chica con la que me gustaría que te casaras». No era un secreto que Sonia quería verlo casado y de vuelta en Iowa. Eso era lo que siempre había esperado desde el verano en que había aceptado una beca de trabajo con el célebre fotógrafo Carlos Volano doce años atrás.
—Pero si la celebridad no te interesa —había dicho Sonia sin entender por qué quería aceptar aquel trabajo.
—Pero la gente sí.
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