lunes, 19 de marzo de 2018

Inevitable: Capítulo 37

Paula se  dió  la  vuelta  para  encontrar  a  un  delgado  hombre  atractivo  de  pelo  moreno  que  escrutaba  con  atención.  Cuando  divisó  a  Isabel  esbozó  una  sonrisa  y  se  dirigió a ellas francamente aliviado.

—Éste es mi marido, Franco MacCauley. Fran, ésta es Paula Chaves. Trabaja para Pedro.

Franco enarcó las cejas oscuras.

—¿Tú eres una de las chicas de Pedro?

—De  momento.  Sólo  estoy  aquí  para  pasar  el  verano.  Trabajo  con  su  hermana  en Collierville.

Tanto Franco como Isabel parecieron sorprendidos.


—¿Collierville?

—Iowa.

El matrimonio se miró con incredulidad.

—¿Pedro es de Iowa? —preguntó Isabel—. No lo sabíamos. Otra amiga nuestra, Josefina Fletcher, es de Iowa. Vive en Dubuque.

—Eso está a una hora sólo de Collierville —dijo Paula.

—Estuvimos allí el año pasado. Fran hizo una sesión en el hostal de Josefina y Lucas.

Ella y Franco parecían perfectamente satisfechos de hablar de sus buenos amigos de Iowa  que  ahora estaban  viviendo  en  Nueva  York,  pero  que  volvían  a  Dubuque  varias veces al año.

—Nos encantó aquello —dijo Isabel—. Yo volvería en cualquier momento.

—Buena  pesca  —acordó  Franco—. Creo  que  deberíamos  comprar  una  casa  allí  también. Fue un buen sitio para relajarse en cuanto las modelos desaparecieron.

—A  las  niñas  les  encantó  —dijo  Isabel  antes  de  lanzarse  a  explicarle  lo  de  sus  sobrinas adoptivas.

La  conversación  fue  fácil  a  partir  de  ese  momento.  Los  dos  sentían  curiosidad  por  saber  cosas  de  Collierville  e  Isabel  no  dejó  de  manifestar  su  sorpresa  de  que  Pedro fuera de allí.

—¿No lo sabías ? —le preguntó a su marido.

—Pedro y yo no hablamos.

—Bueno,  yo  sí  hablé  con  él  en  una  ocasión,  pero  no  recuerdo  que  me  lo  mencionara. Aunque por supuesto, él nunca habla de nada personal.

—Tú  le  sacarías  la  historia  de  su  vida  a  un  mudo  —dijo  Franco—.  Isabel  es  muy  cotilla.

—A Isabel le gusta la gente —le corrigió su mujer.

A Paula le cayeron bien los dos. Era fácil hablar con ellos y la sequedad de Franco se  veía  equilibrada  por  el  buen  humor  de  Isabel.  Era  la  primera  gente  que  veía  esa  noche con la que se sentía cómoda de verdad.Les preguntó más acerca de sus sobrinas y de su hijo de un año.

—Se llama Daniel—explicó Isabel—. En recuerdo de mi abuelo, que fue el que me crió. Pero le llamamos Dani.

—Por un motivo —dijo Franco con una sonrisa.

Paula se rió y la conversación fluyó con facilidad. Franco les fue a buscar bebidas frescas y arrastró unas sillas hasta la barandilla para poder sentarse de espaldas a la fiesta y hablar. Ya no hacía tanto calor. La brisa se había levantado un poco agitando el  pelo de Paula alrededor  de  su  cara.  Se  lo  apartó  de  una  sacudida  y  miró  a  sus  espaldas hacia las escaleras.

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