—El profesor tenía razón. Necesitaba volver a mis raíces para encontrarme.
Pedro la miró con seriedad.
—No eras la única que estaba perdida. Pero al menos, ahora sé que el dinero no lo es todo. Y pienso vivir de otra manera. No volveré a comprometer mi honor nunca más.
—Tu honor nunca he estado comprometido. Eres el hombre más admirable que he conocido.
—No siempre lo he sido, pero intentaré serlo a partir de ahora. Elegiré mejor a mis clientes y me llevaré a unos cuantos tiburones por delante.
—Pedro, si haces esto por mí...
—En absoluto. Lo hago por mí mismo. Además, el mundo no es blanco o negro, pero tampoco gris. Necesito un poco de color en mi vida —dijo, mientras tomaba su cara entre las manos—. Siempre he estado enamorado de tí, Pauli. Pero comprendo que tú no lo estés de mí.
—Con lo listo que eres...
—¿Cómo?
—Que no puedo creer que te equivoques tanto. Yo también tengo cosas de las que arrepentirme, y también he aprendido mucho durante estos últimos días. Por ejemplo, que la vida sigue y que hay que sobreponerse a las dificultades. Por ejemplo, que no sabría vivir sin tí.
—¿Qué has dicho? —preguntó, sorprendido.
—Siempre supe que eras un bue hombre. Ver a Lucas en tu despacho fue una verdadera sorpresa, es cierto, pero también es verdad que estaba buscando una excusa para alejarme de tí.
—No lo comprendo. ¿Por qué?
—Porque temía que no me amaras.
—Y yo pensaba que si llegabas a conocer mis secretos, te marcharías —declaró, mientras la abrazaba.
Ella le acarició la mejilla.
—Bueno, nadie es perfecto...
—No podría estar más de acuerdo contigo—dijo, con ojos llenos de felicidad.
—Eres el hombre más bueno y maravilloso que he conocido. Cuando volvimos a encontrarnos, confié en tí casi de inmediato. Sabía que podía hacerlo. Sabía que estaría a salvo contigo, y me has ayudado a recobrar las fuerzas que había perdido.
Él le acarició los labios con un dedo.
—Creo que en este momento sobran las palabras. ¿Qué te parece si dejamos la charla para más tarde? Me estás volviendo loco...
—Te amo con todo mi corazón.
—Y yo a tí, Pauli. Quédate conmigo. No sé si tengo derecho a pedírtelo, pero antes de hacerlo, quiero que sepas que me comprometo a amarte con todo mi corazón hasta el fin de mis días. Quédate, por favor.
—Intenta librarte de mí y verás. Y si no me pides que me case contigo, me obligarás a pedírtelo yo. Pero ya sabes que soy una chica muy tradicional...
—Oh, claro, será un placer.
Pedro se arrodilló y dijo:
—Paula Chaves...
—Pauli—puntualizó ella.
—Pauli, ¿Quieres casarte conmigo?
—Sí —respondió sin dudarlo.
Él se incorporó entonces, la abrazó de nuevo y la alzó en el aire antes de besarla. Cuando por fin la dejó en el suelo, dijo:
—Quiero contarle a todo el mundo que la mujer más bella de la Tierra va a casarse conmigo.
—¿Podemos decírselo en primer lugar al profesor?
—Creo que sería lo más correcto. A fin de cuentas le debemos nuestro futuro.
—Sí, es verdad. Y eso exige que nos mantengamos juntos y hagamos frente común en su defensa.
—Trato hecho. Pero ahora, bésame, Pauli.
—Será un placer.
Entonces, sellaron el trato y la promesa de pasar toda una vida juntos.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario