viernes, 18 de agosto de 2017

Reencuentro Inesperado: Capítulo 51

—¿Ah, sí? ¿Y qué hacías para lograr que te sacaran en los periódicos?

—Eso se lo dejaba a mi agente,  que filtraba mi  paradero a los  periodistas para  que me pudieran localizar y sacarme fotografías.

—¿Echas de menos esa vida?

Ella tardó un momento en responder.

—No tanto como habría supuesto.

—Dime una cosa. ¿Has pensado ya en el asunto de los Westport?

—Dudo que quieran que los represente.

—A ellos no les importa lo de tu cicatriz.  Y si les  importa,  dudo  que retiren  la oferta sólo por eso —aseguró.

—¿Estás seguro?

Él asintió.

—Sí, Sandra me dijo el otro día que está muy interesada. Supo que estabas aquí por  culpa  de  mi  ayudante,  Romina.  Pero deberías  aceptar...  es  una  ocasión  perfecta para hacer algo útil por los demás.

—No sé qué puedo decir...

—En eso no nos parecemos. Yo siempre sé qué decir. Pero en mi profesión, eso es un plus.

—Sospecho  que  no lo dices precisamente  con  orgullo.  ¿Hay algo que quieras  contarme, Pedro? —preguntó.

—No, sólo lo que ya te he dicho.  Sandra está  interesada en  tí.  Y  creo  que  no  deberías rechazar la propuesta sin valorarla detenidamente.

—Está bien, lo haré.

—Magnífico.

Pedro derivó  la  conversación  hacia  asuntos  mundanos  e  hizo  lo  posible  por  mantener la sonrisa en el rostro de Paula. La comida fue excelente, y la compañía, mucho mejor.  Cuando terminaron de cenar,  él pagó la cuenta  y se dirigieron a la  salida. Una vez afuera, le dieron las llaves al hombre del estacionamiento y esperaron. En ese momento, vió que una furgoneta  que  había estado estacionada en la acera de enfrente se ponía en marcha, giraba en redondo y avanzaba hacia ellos.Tuvo  un  mal  presentimiento  y  se  interpuso entre  Paula y la  furgoneta.  Un  segundo después, los flashes de las cámaras iluminaron la escena.

—Maldita sea...

Pedro la llevó rápidamente hacia el coche.

—No montes una escena. Sería peor —recomendó ella.

Los  periodistas  siguieron  sacando  fotografías  incluso  cuando  ya  estaban  en  el  interior  del  coche.  Toda la situación le resultó  lamentable  a  Pedro,  que no sabía qué  hacer. Minutos más tarde llegaron  a  la   casa.   Cuando pasaron por delante del  despacho, Katie notó que la luz del contestador parpadeaba.

—Tienes un mensaje.

—Ya lo escucharé más tarde.

—Pero podría ser importante...

Él  se  encogió  de  hombros,  pero  entró  en  el  despacho  y  pulsó  el  botón.  Enseguida oyeron la voz del profesor.

—Pedro,  soy  Gerardo Harrison.  Sólo quería  advertirte que Carlos Broadstreet  sabe que Paula está aquí, contigo. Supongo que  intentará  hacer  algo  para desacreditaros y debilitar mi apoyo, pero en cualquier caso quería que lo supieras. Sé que Paula se encuentra  en  una  situación vulnerable  y no me gustaría que le hicieran daño.Cuando terminó el mensaje, Pedro dijo:

— Ahora lo comprendo. Ese canalla habrá avisado a la prensa y nos han seguido hasta el restaurante.

Ella asintió.

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