lunes, 23 de enero de 2023

Venganza: Capítulo 5

 –Los barcos están esperando para llevarse a todo el mundo de la isla –continuó Lucas, secándose el sudor de la frente–. Y tú deberías subirte a uno de ellos, si sabes lo que te conviene.


Pedro dejó escapar una carcajada.


–Qué gracioso, lo mismo estaba pensando yo de tí.


–Trajiste la ruina y la desgracia a nuestra familia, Alfonso, pero mi padre consiguió proteger sus propiedades en Thalassa. Media isla sigue siendo tuya, pero no por mucho tiempo.


–¿No?


–No. Vamos a pedir que nos la entregues como compensación por haber arruinado a nuestra familia. Nuestros abogados confían en que vamos a ganar el caso.


–¿Vamos? ¿Quiénes?


–Mi hermano y yo. Y, por supuesto, Paula.


Al oír aquello, Pedro bajó la mano de su cintura y se giró a mirarla como si le causase repugnancia. Ella no sabía de qué estaba hablando Lucas. No había dado su aprobación para nada. No quería saber nada de Thalassa, ni de nada que pudiese heredar de Miguel tras su muerte. Y no tenía intención de denunciar a Pedro para conseguir su parte.


–Pues buena suerte –dijo él con el ceño fruncido, dándose la vuelta.


Pero entonces volvió a girarse y miró a Lucas fijamente.


–O no. Porque quiero que sepan, los dos, que la isla de Thalassa me pertenece. Entera.


–¿Nos tomas por tontos, Alfonso? –preguntó Marcos, que se había acercado a ellos.


Pedro se limitó a apretar los labios.


–Es evidente que estás mintiendo.


–Me temo que no –respondió por fin–. Lo que me sorprende es que sus abogados no se lo hayan comunicado. Hace tiempo que adquirí la parte que su padre tenía de la isla.


El gesto de Marcos se descompuso, pero fue Lucas quien habló.


–Eso no puede ser cierto. Miguel jamás te la habría vendido a tí.


–No hizo falta. Cuando tanto él como mi padre compraron la isla, la pusieron a nombre de sus esposas. Un gesto enternecedor, ¿No? ¿O estoy siendo ingenuo? Tal vez lo hicieron solo para evitar impuestos. En cualquier caso, a mí me vino muy bien. Como es evidente, heredé mi mitad a la muerte de mi madre, que en paz descanse. Y para conseguir la mitad de Miguel solo tuve que encontrar a su primera esposa y hacerle una oferta que no pudiese rechazar. No saben lo agradecida que se sintió, sobre todo, porque ni siquiera sabía que fuese la propietaria.


–Pero si has estado en la cárcel…


–Los sorprendería lo fácil que es hacer contactos ahí dentro. En estos momentos conozco a las personas adecuadas para hacer cualquier trabajo. Sea cual sea.


Lucas palideció visiblemente. Desesperado, se giró hacia Paula, que se limitó a encogerse de hombros. Le daba igual de quién fuese la isla. Solo quería marcharse de allí lo antes posible. Mientras tanto, Marcos, que siempre había sido impulsivo, había levantado los puños.

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