viernes, 13 de enero de 2023

Serás Mía: Capítulo 64

 —Vete, por favor —susurró ella.


Pedro tuvo una ocurrencia muy extraña.


—¿Ha hecho o dicho Leonardo algo que te haya ofendido?


—No, claro que no. Ha sido solo un mal sueño.


—¿Un mal sueño?


Aquello lo sorprendía. Él casi nunca recordaba sus sueños y jamás habría imaginado que un sueño pudiera tener el poder de provocar las lágrimas.


—He soñado con mi abuelo —dijo Paula, apartando la mirada—. Estaba enfadado porque… porque… —se le quebró la voz. Luego se encogió de hombros, no podía ser más explícita—. Básicamente porque si no hay boda, no hay nietos… Estaba furioso.


Pedro se quedó pensativo. La angustia de Paula lo conmovía.


—Escucha, Paula —dijo, con gravedad—, tu abuelo era un hombre muy bueno que te quería por encima de todo. Roberto jamás te habría reprendido por haber tomado la decisión de no seguir adelante con una boda que no te convencía. Tienes que olvidarte de ese sueño.


Tocó su mano, pero Paula reaccionó de nuevo como si la hubiera pinchado. Desde que se conocían la había tratado con malicia y suspicacia, ¿Qué esperaba?


—Yo tampoco te culpo por tu decisión —dijo, después de aclararse la garganta.


Y se quedó perplejo al oírse. Era una declaración completamente imprevista. Y sin embargo, sabía bien que era cierto. Darse cuenta de ello no solo resultaba sorprendente, sino también liberador. Estaba cansado de tener por enemiga a aquella mujer. Su vendetta distaba mucho de ser satisfactoria; al contrario, solo conseguía hacerlo sentir mal.


—Yo… —vaciló, en realidad no estaba seguro de lo que quería decir—. Al principio no me gustó nada la idea de un matrimonio concertado, pero más por una cuestión de orgullo. Era como decir: «¿Qué se creen? Yo puedo conseguir a las mujeres que quiero» —se mesó los cabellos. No estaba acostumbrado a abrir su corazón de aquella manera—. Pero luego ví tu fotografía —dijo, y miró a Paula a la cara, buscando una reacción— y acepté.


Paula seguía abrazada a sus rodillas. Y derramó otra lágrima.


—Mis padres se casaron por amor —prosiguió Pedro—, o eso decían, porque yo solo recuerdo discusiones. Mi madre nos abandonó cuando yo era todavía un niño, mi padre no me dejó mencionar su nombre nunca más. Así que visto lo que sucede con los matrimonios por amor, decidí que los viejos matrimonios concertados no pueden ser peores.


Paula siguió muda, aunque derramó una nueva lágrima. Pedro tenía un enorme deseo de estrecharla entre sus brazos, pero apretó los dientes. La había tocado dos veces y ella había reaccionado como un resorte. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario