lunes, 9 de enero de 2023

Serás Mía: Capítulo 60

Pedro se quedó mirando su maleta. Había estado a punto de escapar de allí y aún podía hacerlo. Luego miró a Leonardo. Hacía años que no veía en persona a su viejo amigo, hablaban mucho por teléfono, eso sí, pero no era o mismo. Y también estaba Adrián, un auténtico padre para él. ¿Qué era más importante: Librarse del torbellino de emociones que Paula provocaba o recuperar el tiempo perdido con sus mejores amigos, que habían llegado desde tan lejos solo para verlo? Inspiró profundamente, inseguro. Quizás había perdido para siempre la claridad de pensamiento que siempre o había caracterizado, pero…


—No puedo… No puedo pensar en nada mejor.


¿Por qué no podía pasar unos días con sus mejores amigos? Paula quería permanecer tan alejada de él como el de ella, de modo que ¿Cuál era el problema?


—Quédate, claro que sí —continuó diciendo con una sonrisa casi auténtica—. Mientras tomamos un café, haré que preparen las habitaciones. 


—Genial —dijo Leonardo, echando un brazo por los hombros a su amigo—. Pero, entonces, ¿Seguro que tu relación con Paula es estrictamente profesional?


—Estrictamente —aseguró Pedro, preguntándose por qué de repente, tuvo un mal presentimiento.


—Bien, bien.


—¿Porqué?


—Oh, por nada… —dijo Leonardo—, pero estaba pensando que ya que tú no eres su príncipe azul, quizás le gusten más los rubios simpáticos.


Pedor frunció el ceño.


—Como yo no soy su príncipe azul, ¿Qué te propones, ocupar tú ese lugar?


—Por el momento no estaría nada mal. Han saltado chispas cuando la he besado, muchacho, y si este viejo coyote de Texas no se equivoca, creo que es mutuo. No me importaría darle un revolcón a esa yegua —dijo Leonardo, con una carcajada—. Quién sabe, puede que sea amor verdadero. Cosas más raras se han visto.


Pedro apartó la mirada. La naturaleza impulsiva de Leonardo siempre lo había sorprendido. Eran muy distintos, lo cual solo era un motivo para afianzar su amistad. Pero la verdad era que, en aquellos momentos, había perdido entusiasmo por el lado impulsivo de su amigo. Al contrario, casi lo molestaba, aunque no tenía la menor idea de por qué.


—Sí, sí, cosas más raras se han visto —repitió Leonardo para sí, ya comenzaba a urdir su plan de seducción—. Había venido a desearte lo mejor en tu matrimonio y el destino puede depararme algo completamente distinto, ¿Qué te parece? —prosiguió, dando una palmada en la espalda a su amigo—. ¿Quién sabe? Puede que sea yo el que acabe casándome con tu ex. Tiene gracia la vida, ¿No?


—Sí, una gracia increíble —replicó Pedro—. Para morirse de risa.


El bienintencionado plan de Paula para acelerar su trabajo y acabar lo antes posible estaba siendo torpedeado. Cada vez que levantaba la vista le su bloc de notas o la apartaba del objetivo de su cámara, veía a Leonardo. Éste se pasaba el día merodeando a su alrededor, sonriendo continuamente, como un colegial enamorado. Resultaba verdaderamente molesto. El texano era muy guapo. Tenía cara de estrella de cine y físico de jugador de rugby. En ese aspecto, no había queja posible. Además, era simpático y dispuesto, como sus amigos rancheros de Kansas. El problema estribaba en que ella no había aparecido en el momento oportuno. En aquellos momentos, no estaba para novios. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario