lunes, 23 de enero de 2023

Venganza: Capítulo 2

El gesto de Paula al verlo había sido de pánico, sus ojos verdes lo habían mirado con temor. En esos momentos los tenía clavados en el suelo e intentaba esconderse en el velo de encaje negro que también cubría su maravilloso pelo rojizo, como si así pudiese desaparecer. Pero eso era imposible. «Mírame, Paula». Deseó que lo mirase a los ojos. Quería ver culpabilidad en ellos, y vergüenza. Aunque había una parte de él, muy pequeña, que todavía tenía la esperanza de haberse equivocado. No obstante, la mirada de Paula estaba clavada en la tumba, como si quisiera meterse en ella también, pero no iba a escapar. Tal vez Miguel hubiese fallecido antes de que Pedro hubiera podido vengarse de él, pero Paula estaba allí. La venganza sería muy distinta, pero igual de placentera.


Pedro la estudió con la mirada. Había creído conocerla bien, pero se había equivocado. Se habían hecho amigos con los años, o eso había pensado él, cuando pasaban los veranos en la isla de Thalassa, mientras sus padres, juntos, conseguían su primer millón con C&A Shipping, símbolo de su éxito y de su amistad. Él, que tenía ocho años más que ella, pensó en la niña cuyos padres se habían divorciado poco después de que ella dejase de usar pañales. Su madre, una neurótica, se había llevado a la niña a vivir a Inglaterra, pero la había enviado los veranos a Thalassa. Y la pequeña Paula se había dedicado a ir detrás de sus hermanastros por la enorme finca de los Chaves. Y también lo había buscado a él. Había ido a la parte de la isla que pertenecía a su familia, se había colado en su barco cuando salían a pescar, o se había encaramado a las rocas para verlo zambullirse en las cristalinas aguas del mar. Más tarde se había convertido en una torpe adolescente. Ya sin madre, la habían mandado a un internado, pero había seguido pasando los veranos en Thalassa. Por aquel entonces, ya no había mostrado ningún interés en sus hermanastros, ni en Pedro. Y, con dieciocho años, Pau, en esos momentos Paula, se había transformado en una joven muy bella, que lo había tentado para que se la llevase a la cama. Salvo que no habían llegado a la cama y lo habían hecho en el sofá del salón. Había sabido que aquello estaba mal, por supuesto, pero no había podido resistirse. El hecho de que Pau coquetease con él lo había sorprendido, se había sentido halagado de que quisiese entregarle su virginidad. Paula lo había embaucado. Y se lo iba a hacer pagar.

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