lunes, 23 de enero de 2023

Venganza: Capítulo 4

 –Te agradecería que no hablases de mi padre en esos términos.


Se apartó de Pedro y añadió:


–Es una falta de respeto, es insultante. Y, además, no creo que estés en una buena posición para juzgar a nadie.


–¿Yo, Paula? –le preguntó Pedro, arqueando las cejas–. ¿Y por qué no?


–Lo sabes muy bien.


–Ah, sí. El terrible crimen que cometí. De eso precisamente querría hablar contigo.


–No tenemos nada de qué hablar.


Si Pedro descubría que tenía una hija, solo Dios sabía cómo podría reaccionar. Y a Paula le aterraba la idea. En realidad, ella nunca había pretendido mantener la existencia de Olivia en secreto. Al menos, al principio. En realidad, no se había enterado de que estaba embarazada hasta el quinto mes. No había pensado que fuese posible quedarse embarazada la primera vez. Había pensado que las náuseas y el cansancio, la falta de menstruación, se debían al estrés. Al estrés causado por la repentina muerte de Horacio, amigo y socio de su padre, por el escándalo que había hecho que se hundiese la empresa de ambos. Y, finalmente, por el repugnante descubrimiento de que Pedro estaba implicado en ello. Para cuando había querido ir al médico, él ya estaba esperando el juicio. Y el mismo día que ella se había puesto de parto, un mes antes de lo previsto, sola y asustada, a él lo habían declarado culpable y lo habían sentenciado a ocho años de cárcel. Aquel mismo día, Paula había decidido que esperaría a que Pedro estuviese en libertad para contarle que tenía una hija. Ocho años le habían parecido una eternidad. Tiempo suficiente para que Olivia y ella se construyesen una vida en el Reino Unido, se convirtiesen en un equipo fuerte y unido. Así que había mantenido el secreto. No se lo había contado a nadie, ni a su propio padre, por miedo a que él se lo contase a toda la familia y la noticia llegase a oídos de Pedro. Aunque, en realidad, el motivo por el que no había querido que su padre lo supiese era otro. No había querido que Olivia tuviese ninguna relación con él. Sabía que su padre habría intentado tomar el control de la situación, de ella y de su nieta. Habría intentado manipularlas, doblegarlas, utilizarlas. Para evitarlo, la única solución había sido ocultarle la existencia de Olivia. Miguel ya no sabría jamás que había tenido una nieta, pero Pedro… Tenía derecho a saber que era padre. Pero todavía no era el momento. Ella necesitaba prepararse, y preparar a Olivia.


–Pedro, la gente se está marchando –dijo Lucas, intentando llamar su atención sin acercarse demasiado–. Y quieren despedirse antes.


–¿Tan pronto? –preguntó Pedro en tono burlón–. ¿Nadie se va a quedar a brindar por la vida del gran hombre?

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