viernes, 20 de enero de 2023

Serás Mía: Capítulo 79

Paula se quedó boquiabierta. Estaba perpleja por las palabras de Pedro y también por su determinación. Una voz le advirtió: «Escucha con atención antes de hacer alguna estupidez. Creo que habla en serio, ¡No lo estropees!» Trató de hablar, pero no pudo emitir ningún sonido.


—Antes de que me respondas… —dijo Pedro, y apretó las mandíbulas—, piensa bien lo que vas a responder, porque si esta vez me aceptas, no podrás volverte atrás. Sé que no hay garantías, pero, maldita sea, Paula, si cuando quería odiarte solo conseguía amarte, ¿Imaginas qué puede suceder ahora que solo quiero quererte? Si te importo solo una décima parte de lo que yo te quiero a tí, lo conseguiremos.


A Paula el corazón se le salía del pecho. No, pero él no estaba… No, claro que no, qué tontería, cómo iba a estar… De ella. ¿De verdad se estaba declarando? ¿De verdad se quería casar con ella? ¡Sí!


—Oh, sí, cariño, sí, quiero casarme contigo.


Pedro se quedó mudo, paralizado, como si esperase cualquier cosa excepto un «Sí». Un instante después, reaccionó, como demostraba su tierna sonrisa.


—Gracias… —dijo, y selló su gratitud con un beso.


La tomó en sus brazos y se sentó en el columpio, acunándola en su regazo. Aquel beso fue para Paula como una ascensión al cielo. Amaba el sabor de su boca, el olor de su piel, la promesa de una sublime y plena intimidad. En el fondo de su corazón de mujer, Paula sabía que el amor que él sentía por ella era tan eterno como el suyo.


—¿Te gustaría vivir aquí, cariño? —preguntó Pedro.


—¿Cómo? —estaba perpleja.


—Porque si quieres, todavía hay tiempo. La subasta no puede empezar sin mí.


—Pero… Pero Pedro, ¿No querías subastarla para la Asociación contra el Cáncer?


Pedro la besó en la sien.


—Sí, pero tengo tanto derecho a pujar como cualquiera. 


Un brillo eléctrico cruzó por los ojos de Paula.


—¿Lo dices en serio?


—Quiero que seas feliz, Paula. Pídemelo y compraré la casa para tí.


Paula sintió una gran exaltación. ¿Era posible ser tan feliz? ¿Era posible que el hombre al que amaba hiciera algo tan extraordinario por ella?


—¿Otra vez?


Pedro sonrió. 


—¿Eso es un sí?


—Sí —admitió Paula. Su amor por ella era una sorpresa maravillosa e indescriptible—. Te quiero mucho, Pedro —dijo, suavemente—, y voy a demostrártelo el resto de mi vida.


—Ah, eso es justo lo que necesitaba oír —dijo, y miró hacia el cielo— . De acuerdo, de acuerdo, abuelo, pero danos al menos nueve meses —dijo, y volvió a mirarla a los ojos—. Paula, tu abuelo quiere que…


—Yo también, amor mío —dijo ella, y lo llenó de besos—. Cuanto antes, mejor. 

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