lunes, 9 de enero de 2023

Serás Mía: Capítulo 59

Alejandra miró a Pedro y, de nuevo, la sonrisa iluminó su rostro.


—Cuánto me alegro. Pedro es un muchacho encantador. Estaba segura de que sus amigos también serían encantadores —dijo Alejandra, e hizo un gesto señalando la parte trasera de la casa—. Hay café recién hecho. ¿Les apetece?


—Cómo no, señora Chaves.


Alejandra abrió el paso, inundando la estancia con su alegría juvenil.


—Y, por favor, señor Morse, llámeme Alejandra.


—Mis amigos me llaman Adrián —dijo él—. Tienes que contarme todo lo sucedido, Alejandra. Por lo que he visto y oído, tiene que ser muy interesante. 


Tras verlos desaparecer, Pedro movió la barbilla a derecha e izquierda, llevaba boquiabierto demasiado tiempo. Podía sentir la mirada de Leonardo clavada en su espalda.


—Y a tí, ¿Qué te pasa?


—¿Te he preguntado que qué le has hecho a esa preciosidad?


Pedro se sintió ofendido ante la pregunta.


—Me presenté, eso es todo.


Leonardo tardó al menos minuto y medio en comprender.


—¿Bromeas o qué?


—Sí, bromeo, todo este asunto me parece como para partirse de risa —replicó Pedro con sarcasmo—. ¿No ves cómo me río?


Leonardo estaba perplejo.


—¿Quieres decir que, de repente, decidió que no quería casarse?


—No quería un matrimonio concertado con alguien a quien no conocía.


Leonardo se cruzó de brazos.


—Ya, y ahora está pasando unos días en la casa para que se se conozcan.


—No, ahora está pasando unos días en la casa porque quiero restaurarla.


A pesar de sus esfuerzos, Leonardo estaba cada vez más confuso.


—Vamos a ver si lo he entendido: ¿Ella te deja plantado en el altar y en compensación tú le das trabajo?


—Supongo que podría explicarse así.


Leonardo se quedó mirando a su amigo con los ojos como platos.


—Así que decidió que un tipo alto, moreno y despiadado no era de su gusto, ¿Eh?


Pedro miró al cielo.


—Recuérdame que nunca te nombre mi relaciones públicas —dijo.


Leonardo miró hacia las escaleras, por donde había desaparecido Paula.


—¿Y dices en serio que no te importó lo más mínimo que te dejara plantado? 


Pedro apretó los labios y respondió con enarcando las cejas.


—Ya, bueno, te molestó un poco, pero yo quiero decir emocionalmente.


—No la conocía, Leo, nunca la había visto, ¿Comprendes?


Leonardo puso una mirada reflexiva.


—Comprendo —dijo, y volvió a mirar hacia las escaleras—. ¿Y dices que entre ustedes solo hay una estricta relación laboral?


—Exacto.


—Aja —musitó Leonardo, y miró hacia las escaleras por tercera vez.


—¿Qué piensas hacer? —preguntó Pedro, que comenzaba a exasperarse ante la actitud de su amigo.


—Pues verás, mi querido Pedro —dijo Leonardo, desplazando el peso de su cuerpo a un lado y a otro—, ya que, contrariamente a lo que esperaba, no estás disfrutando de tu luna de miel ni de nada que se le parezca y, como comentábamos cuando veníamos, a Adrián y a mí nos encantaría pasar un buen rato con nuestro viejo amigo, ¿Qué te parece si me quedo por aquí un par de días? —preguntó, enarcando las cejas—. Ya sabes, como hace tanto que no nos vemos… 

No hay comentarios:

Publicar un comentario