lunes, 30 de octubre de 2017

Enemigos: Capítulo 47

Paula contuvo el aliento y esperó. Sentía como si estuviera a punto de vivir un momento que cambiaría su vida para siempre. Como si lo que Pedro  iba a decir ahora fuera a cambiar la dirección de su relación.

–Cama –dijo con voz ronca–. Esta vez vamos a llegar a la cama, cariño.

Sus frágiles expectativas se hicieron añicos, y Paula palideció.

–¿Eso es lo único que se te ocurre decir?

Pedro alzó las cejas con indolencia.

–Estaba pensando en tu comodidad –aseguró–. Hasta ahora hemos tenido sexo contra la pared, sexo en el suelo y sexo en la ducha. Estaba pensando en que el sexo en la cama sería un avance, pero, si quieres probar otra cosa, estoy dispuesto.

–Tú... –Paula estaba tan disgustada que no pudo terminar la frase.

Había pasado de la esperanza a la desesperación en cuestión de segundos, y estaba furiosa consigo misma por ser tan ingenua como para haber pensado que podría sentir algo por ella.

–Te odio, ¿Lo sabías? En este momento te odio de verdad, Pedro Alfonso–pero nada más pronunciar aquellas palabras supo que no eran ciertas. Y eso la molestaba.

Estaba completamente confundida respecto a sus sentimientos.Apenas le conocía y sin embargo le había permitido...Cerró los ojos avergonzada, excitada y humillada, todo a la vez. Pedro la miró con repentino recelo.

–El sexo muy intenso puede volver emocionales a las mujeres.

–No es el sexo lo que me vuelve emocional, eres tú. Eres arrogante, frío yun...

–¿Un dios del sexo?

–¡Una basura! –el corazón le latía con fuerza y le temblaba todo el cuerpo.

Aspiró varias veces el aire tratando de calmarse.Y lo hubiera conseguido si Pedro no se hubiera encogido de hombros con indiferencia.

–Estaba bromeando –aseguró–. Pero tú te has puesto muy seria de pronto.La química sexual que hay entre nosotros es muy poderosa y está claro que eso te inquieta. Pero no debería. Tendrías que agradecer que al menos esa parte de nuestra relación sea un éxito espectacular. Nos da una base sobre la que poder construir. El sexo es importante para mí y está claro que no vamos a tener problemas en el dormitorio. Ni en el baño. Ni en el suelo...

Su indolente sentido del humor fue la gota que colmó el vaso.

–¿Crees que no? Pues tengo una noticia para tí. Vamos a tener muchos problemas. El sexo es solo sexo, no se puede construir nada sobre él. Y menos con el tipo de sexo olímpico que tú buscas. Contigo se trata solo de algo físico, sin parte emocional.

–Ese «algo físico» te ha tenido jadeando y suplicando durante las últimas tres horas –pasó por delante de ella y agarró una toalla–. Si lo que querías era una actuación olímpica, yo diría que hemos ganado la medalla de oro.

–Apártate de mí –le puso las manos en el pecho bronceado y le empujó,pero él se mantuvo firme en su gloriosa desnudez–. No quiero sexo contra lapared, ni en el suelo ni en la cama. ¡No quiero sexo! No quiero que me vuelvas a tocar nunca más –pasó por delante de él y agarró su propia toalla.

Se dió cuenta de que los pétalos de rosa se habían convertido en papilla por el agua de la ducha.Por fin algo que simbolizaba su relación, pensó furiosa. Estropeada y hecha trizas.

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