lunes, 23 de octubre de 2017

Enemigos: Capítulo 40

–Sí lo estás. Te preocupa que vaya a engañarte, y eso demuestra que estás comprometida –aseguró adelantando a otro conductor–. Si me dijeras que tuviera aventuras, me preocuparía. Sé que tienes sentimientos fuertes y eso me gusta. Solo necesito convencerte para que los expreses. A partir de ahora está prohibido esconderse en la cabaña de pescadores. Y lo digo en sentido figurado y también literal.

Hacía años que no regresaba a aquella cabaña. En el pasado fue su refugio, su escondite secreto. Pero no había vuelto desde aquella noche.Pedro giró hacia la entrada de un precioso palazzo y Paula le miró sorprendida.

–¿Dónde estamos?

–En la casa de mi hermano Federico. Vas a escoger tu vestido de novia.Luciana está también aquí, así como Laura, la esposa de Fede. Te caerá bien. Es más tranquila que Lu.

–Se habían separado –Paula frunció el ceño tratando de recordar–. Lo leí en el periódico.

–Pero han vuelto con más fuerza que nunca. Tienen una hija, Sofía, que es de la misma edad que Delfi, la hija de Lu, y una hija mayor, Isabella, a la que adoptaron hace un año –Pedro apagó el motor–. Así que ya ves, la familia de Balta crece por momentos.

–Leí que iban a divorciarse.

–Ya no –Pedro sonrió mientras le quitaba el cinturón de seguridad–. Como te dije, cuando te casas con un Alfonso es para siempre. Recuérdalo.



Paula vivió la ceremonia de la boda diciéndose que se estaba casando por amor. No por amor a Santo, sino por amor a su hijo. Y las dudas que podía tener quedaron disipadas al ver la bienvenida que la numerosa y bulliciosa familia Alfonso le había dispensado a Baltazar. Estaba encantado con la atención, adoraba jugar con sus primos y no perdía a su padre de vista. Y ella no pudo evitare nternecerse con la madre de Pedro, que la abrazó con fuerza para darle labienvenida a la familia. No se guardaban nada, pensó. No racionaban el amor.La prensa, cansada del interminable pesar de la crisis económica, devoró aquella historia feliz. Gracias a los pocos y escogidos detalles proporcionados por la maquina publicitaria de los Alfonso, compusieron un cuento romántico que no guardaba ningún parecido con la realidad. Según la prensa, habían llevado surelación en secreto debido al conflicto entre sus familias, pero ahora la habíanhecho pública y los titulares decían: El amor puede con todo. Pero tal vez lo que más le gustó a la prensa fue ver a su abuelo y a Federico Alfonso estrechándose la mano y hablando largamente, acabando por fincon las hostilidades.

–Me preocupa que todo esto sea demasiado para tí, nonno –Paula  tomó asiento en una silla al lado de su abuelo–. Todavía estás convaleciente.

–No hagas un drama. Alfonso tiene a medio hospital de guardia –gruñó su abuelo–. ¿Qué puede ocurrir?

Pero Paula sabía que estaba impresionado por los cuidados y las atenciones de Pedro , y si ella no hubiera estado tan nerviosa al pensar lo que iba a ocurrir a continuación, también se hubiera sentido agradecida. Miró de reojo al hombre que ahora era su marido y sintió un escalofrío de emoción. Le parecía muy bien que dijera que el matrimonio era para siempre, pero aparte del momento en que intercambiaron los votos, no había vuelto a mirarla. Ni una vez. Era como si estuviera tratando de posponer el momento de enfrentarse a la realidad. ¿Qué sucedería cuando los invitados se marcharan y ellos se quedaran a solas?

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