viernes, 20 de octubre de 2017

Enemigos: Capítulo 32

Se hizo un incómodo silencio.

–Yo nunca he dicho eso.

–No, pero lo has pensado. Y tu abuelo también. Dices que no me conoces,así que te voy a decir algo sobre mí. No se me dan bien los trasfondos ni la gente que oculta lo que piensa, y desde luego no voy a alimentar esa maldita rencilla con la que los dos hemos crecido. Termina aquí y ahora –aseguró con determinación–.Y, si lo que me has dicho esta mañana es verdad, supongo que tú también quieres lo mismo.

–Por supuesto. Pero podemos acabar con ese rencor sin necesidad de casarnos. Hay muchas formas de ser familia.

–Para mí no. Mi hijo no crecerá yendo de un padre a otro. Nunca hemos hablado de esa noche, así que hagámoslo ahora. Quiero que me digas lo que piensas con sinceridad. Me culpas de que tu hermano se llevara mi coche. Y sin embargo sabes lo que sucedió. Estaba contigo. Y teníamos otras cosas en mente,¿No es verdad?

–Nunca te he culpado.

Pedro esperó a que elaborara más la respuesta, pero por supuesto no lo hizo. Su incapacidad para atravesar sus barreras le desesperaba porque no le gustaba fallar. Apretó las mandíbulas y suspiró.

–Es tarde y has tenido una noche horrible. ¿A qué hora se despierta Baltazar?

–A las cinco.

Era la hora a la que él solía levantarse también para ir a trabajar.

–Si no vas a comer nada, entonces vete a la cama. Te dejaré una de mis camisas.

Una leve sonrisa rozó los labios de Paula.

–Entonces, ¿No tienes un armario lleno de camisones de seda para las invitadas que se quedan a pasar la noche?  El mundo se sentiría decepcionado si lo supiera.

–No le pido a las invitadas que se queden a dormir. Pueden echar raíces con rapidez –la miró fijamente–. Por esta vez te dejo batirte en retirada.Aprovéchalo porque cuando estemos casados no podrás ocultarte. De eso puedes estar segura.

–No vamos a casarnos, Pedro.

–Ya hablaremos de eso mañana. Pero mantengo todo lo que te dije en el despacho. Admiro tus esfuerzos por crear para Baltazar la familia que no tenías, pero mi hijo no necesita empleados pagados que cumplan con ese papel. Él tiene una familia real. Es un Alfonso, y cuanto antes lo hagamos legal, mejor para todos.

–¿De verdad? –la voz de Paula pareció recuperar fuerzas–. ¿De verdad crees que es mejor para él crecer con unos padres que no se conocen el uno al otro?

Pedro apretó los labios.

–Vamos a conocernos, querida. Vamos a intimar todo lo que pueden intimar un hombre y una mujer. Voy a derribar esas barreras que has construido. Y ahora vete a dormir. Vas a necesitar estar descansada.

«Vamos a intimar todo lo que pueden intimar un hombre y una mujer».¿Qué tenía de íntima aquella frase fría y carente de sentimiento? Pedro estaba furioso. ¿Cómo pensaba que iban a llegar a alcanzar ninguna intimidad en aquellas circunstancias?

No hay comentarios:

Publicar un comentario