lunes, 23 de octubre de 2017

Enemigos: Capítulo 38

–Mi equipo ha entrevistado y contratado a tres enfermeras con excelentes referencias para que se ocupen las veinticuatro horas de tu abuelo cuando esté en casa –Pedro se manejaba entre el tráfico con la pericia de un siciliano nativo–.Trabajarán por turnos para que tu abuelo nunca esté solo.

–No puedo permitirme esos cuidados.

–Pero yo sí. Y soy el que voy a pagarlos.

–No quiero tu dinero. Puedo cuidar yo misma de él.

–Aunque no fueras a casarte conmigo, sería una idea insostenible. No puedes cuidar de un niño, llevar un negocio y ser enfermera a tiempo completo.

–Mucha gente lo hace.

–Según mi experiencia, la gente que lo hace todo se pone en peligro de sufrir una crisis nerviosa –Pedro le tocó el claxon al coche que se había detenido delante de él para que bajara una persona–. Quiero una esposa, no un saco de nervios, así que contrataremos la ayuda adecuada y así te quedará energía paralas partes importantes.

–Supongo que por «partes importantes» te refieres a tu cama.

–Aunque te parezca extraño, no me refería a eso. Estaba hablando de la energía necesaria para cuidar de un niño pequeño. Pero sí, el sexo también te va a tener ocupada. Soy un hombre exigente, cariño. Tengo necesidades –el motor rugió cuando adelantó al otro coche cambiando de marcha–. Y, si vas a satisfacer esas necesidades, tendrás que dormir mucho.

Paula tenía la sensación de que la estaba provocando, pero no le conocía lo suficiente como para estar segura. Solo había utilizado palabras y sin embargo el deseo apareció con tal fuerza que la sobresaltó. Nunca se había sentido así con ningún otro hombre y no quería sentirlo con este.Como no quería pensar en sexo, cambió de tema hacia algo que él había comentado antes.

–Te has olvidado de algo. No me has hecho firmar ningún acuerdo prematrimonial.

Pedro se rió.

–No vamos a necesitarlo.

–No estés tan seguro. Eres un hombre muy rico. ¿No te da miedo que te quite hasta el último penique?

–Un acuerdo prematrimonial solo es necesario en caso de divorcio. Yo soy muy tradicional. Creo que el matrimonio es para siempre. No nos vamos a divorciar.

–Tal vez sí lo hagas. Quizá no encuentres muy entretenido estar casado conmigo.

–Siempre y cuando te centres en un entretenimiento en particular todo irá bien.

Paula decidió que la estaba provocando y le miró.

–Si te interesa tanto el sexo, ¿Cómo puedes estar seguro de que el matrimonio es lo tuyo? Puede que te vuelvas loco al estar solo con una mujer.

–¿Has estado leyendo lo que ha escrito la prensa sobre mí? –la miró divertido–. Puedes estar tranquila, no tienes motivos para sentirte celosa. Tengo intención de centrar toda mi atención en tí, querida.

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