miércoles, 25 de octubre de 2017

Enemigos: Capítulo 43

Esta vez se trataba de Federico, el hermano mayor de Pedro. A diferencia de Luciana, había estado frío con ella y Paula tenía la impresión de que no se lo iba a ganar con tanta facilidad como a ella.Amor de hermano, pensó aturdida. Ella nunca lo había experimentado. Su hermano era egoísta e irresponsable. Pedro apartó a regañadientes la mano de su cuello.

–Enseguida vuelvo –se dirigió hacia su hermano.

Paula aprovechó la distracción para marcharse. No tenía intención de esperar. La atmósfera resultaba sofocante. Y además, ¿Qué tenía Pedro planeado? ¿Un paseo romántico por la playa? Lo dudaba mucho.Unos focos de luz solar iluminaban el camino hacia la playa y Paula caminó rápidamente tratando de no pensar en que aquel era el lugar perfecto para un paseo de amantes. El sol se estaba poniendo y proyectaba un brillo de rubí por el oscuro horizonte. Habría sido el escenario idílico, pero le parecía tan inapropiado como el vestido de novia en seda color crema que Luciana había escogido para ella.Se acercó a la villa y se quedó un instante paralizada por la impresionante belleza de la enorme piscina y por la visión que la recibió. Estaba claro que habían preparado el lugar para una noche romántica. Las puertas estaban abiertas a la playa. Al lado de la cama había champán enfriándose, las velas brillaban por todas partes y habían desperdigado pétalos de rosa en el suelo en dirección al lujoso dormitorio.Podría haber soportado el champán y las velas, pero la visión de los pétalos de rosa fue lo que le formó un nudo en la garganta.Los pétalos de rosa indicaban romance, y allí no había nada de eso. Su relación no era romántica.Las emociones que habían ido creciendo en su interior desde que Pedro entró en su cocina por primera vez hicieron explosión. Para tratar de destruir aquella atmósfera, se arrodilló y empezó a recoger los pétalos con la mano.

–¿Qué diablos estás haciendo? –preguntó una voz masculina desde la puerta.

Pero Paula no alzó la vista.

–¿Tú qué crees?

Recoger las pruebas del retorcido sentido del humor de alguien.Antes de que pudiera seguir, Pedro la levantó del suelo.

–¿Qué tiene esto de retorcido?

–Es una burla –gimió–. Alguien está siendo deliberadamente cruel.

Pedro frunció el ceño sin entender.

–Yo dí instrucciones para que lo prepararan todo como en las lunas de miel y las escapadas románticas. Acabamos de casarnos, estamos de luna de miel.Hay ciertas expectativas. He planeado esto de un modo romántico porque no quiero que haya rumores que hagan daño a nuestro hijo.

Así que incluso los pétalos de rosa al lado de la cama eran por Baltazar. Todo era por él.

–Pero él no está aquí, ¿Verdad? Ni tampoco los periodistas. Así que podemos quitar los pétalos –a Paula le castañeaban los dientes.

–¿Qué importancia tienen unos cuantos pétalos?–Pedro le sujetó con más fuerza los hombros.–Precisamente por eso, no tienen ninguna importancia. No tienen cabida en nuestra relación, y, si no eres capaz de ver eso, entonces eres el hombre más insensible que he conocido –se apartó de él–. He pasado por esta farsa de boda aunque me hubiera gustado que fuera algo íntimo.

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