lunes, 3 de mayo de 2021

Inevitable: Capítulo 36

 –Paula.


Apretando los dientes, Paula miró atrás. Pedro caminaba hacia ella. Parecía un modelo de ropa deportiva. Ella no quería dejarse impresionar, aunque tampoco podía culpar a Silvana por querer ligar con él. Era un tipo demasiado atractivo. Tal vez, si ella no se hubiera tomado unas vacaciones de los hombres… No. Incluso aunque decidiera volver a salir con alguien, él no era la persona adecuada. No era el tipo de hombre que sentaba la cabeza. Una superestrella como Pedro Alfonso tenía demasiadas mujeres revoloteando a su alrededor. Y él mismo había admitido que no quería nada serio hasta que su carrera terminara. ¿Por qué iba a quererlo? Pedro hacía bien en seguir soltero y disfrutar de… los beneficios que acompañaban a la fama.


–Has pasado tan deprisa que pensé que ya había terminado la hora del entrenamiento –comentó él, al llegar a su lado.


¿Había reparado en ella? ¿Con la sexy Silvana sonriéndole así?, se preguntó Paula, perpleja y halagada.


–Me gusta ser puntual.


Y era cierto. Aunque esa no era la razón por la que había pasado a toda prisa delante de él. Pero por nada del mundo podía dejar que él sospechara la verdadera razón. Pedro se sacó el móvil del bolsillo y comprobó la hora. Miró a los chicos que había en el campo.


–Todavía quedan diez minutos –indicó él–. No han llegado todos.


Un poco azorada, Paula dejó la bolsa de deporte en el suelo.


–Así tendré tiempo de prepararlo todo.


Mientras él la observaba con gesto escrutador, Paula se sintió incómoda. Si lo que quería era sacar una lista de sus defectos, ella misma podía dársela. David se los había dejado muy claros cuando la había abandonado por otra.


–¿Qué? –preguntó ella, poniéndose en jarras.


–¿Estás bien?


–Claro –repuso ella con tono cortante–. Solo tengo un mal día.


Dos mujeres más, Mónica y Flavia, se unieron a Silvana. Ambas llevaban el típico uniforme de madre en un entrenamiento: Pantalones de chándal y camiseta. Saludaron a Pedro con la mano. Él les devolvió el saludo con un gesto de la cabeza y volvió a posar su atención en Paula.


–¿Puedo hacer algo? –se ofreció él.


–Ya has hecho bastante –repuso ella y, al momento, se arrepintió de cómo sonaba eso.


No debía ser desagradable con él, se reprendió a sí misma. Le gustara o no, necesitaba a Pedro para aprender lo necesario para poder entrenar a los chicos.


–Quiero decir que ya estás haciendo bastante por el equipo. Y por Ignacio.


–Me gustaría poder hacer más por los chicos. Y por tí.


Aunque no tenía razón para ello, su oferta irritó a Paula. Le gustaba ser autosuficiente e independiente. Aun así, dependía de Pedro para poder mantener la sonrisa en boca de Ignacio.


–Vamos a preparar las cosas para empezar a tiempo –indicó ella y sacó los conos de la bolsa.

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