miércoles, 12 de mayo de 2021

Inevitable: Capítulo 60

No podía negar su deseo, pero si empezaban algo… ¿Podría parar? ¿Querría hacerlo? Ir demasiado lejos podía ser desastroso.


–Yo creo que deberíamos despedirnos por hoy.


–¿Eso crees? –preguntó él y le acarició el borde de la mandíbula.


–No estoy lista para dar ningún gran paso.


–¿Y uno pequeño?


Quizá, solo un besito… Paula levantó la cabeza y lo besó en la boca. Él se apretó contra ella con pasión. La rodeó con sus brazos. Y ella se sumergió en él. Eso era lo que… necesitaba. A Paula se le cayeron las llaves. Posó ambas manos en los hombros de él, palpando sus músculos bajo los dedos. Luego, entreabrió los labios, para dejar que sus lenguas se entrelazaran. Un mar de agradables sensaciones la recorrió. Presa del deseo, soltó un gemido.


–Vaya –jadeó Pedro cuando sus bocas se separaron.


Paula tomó aliento, pero no consiguió calmar su agitada respiración. Le ardían los labios…


–He estado intentando controlar mi lado impulsivo. Parece que he fracasado –se excusó ella.


–Yo te doy un sobresaliente y te recomiendo que seas más impulsiva –repuso él con buen humor, sin soltarla–. Podemos ir dentro y dejar que nuestros impulsos nos dominen.


A Paula le dió un brinco el corazón. Entonces, recordó las palabras de su hermano, advirtiéndola sobre Pedro.


–No podemos. No puedo.


–Si crees que estoy fingiendo, no es así –aseguró él.


–Ni yo. Pero tengo que pensar en Ignacio.


–Va a pasar la noche con Marcos.


–Pronto te irás del pueblo –replicó ella, barajando sus posibilidades.


–Es verdad, pero podemos aprovechar al máximo el tiempo que tenemos –propuso él con voz tentadora–. Dijiste que no querías tener novio. Yo no quiero una novia.


–Dirás que no quieres una de verdad.


–Touché.


–Esto no puede llegar a ninguna parte. Yo no quiero una aventura. Gonzalo piensa que, si tengo algo contigo, me romperás el corazón.


–¿Tu hermano te ha dicho eso? –preguntó él, paralizado.


–Sí. La otra noche, cuando llamó.


–Bueno, pues limitémonos a seguir haciendo lo que hasta ahora.


–Fingir.


–Saldremos, pero nada más –acordó él–. Nada de promesas.


–Y nada de sexo.


–Eso me lo has dejado claro –repuso él–. Solo disfrutaremos de estar en compañía hasta que yo me vaya a Phoenix.


Iba a ser jugar con fuego, pero podría hacerlo, se dijo Paula. Al menos, sabía cuál era la situación con Pedro. Él había sido honesto. Aunque debería tener a mano un extintor por si las llamas se salían de control. No quería terminar convertida en un montón de cenizas.


–De acuerdo. Podemos seguir como hasta ahora.




El domingo por la tarde, Pedro llamó a la puerta de Paula. Había hecho lo mismo menos de veinticuatro horas antes. No había podido dejar de pensar en ella desde la noche anterior. Sus besos habían alimentado sus fantasías, haciéndole desear más. Paula le había dejado claro que no quería tener una aventura. Nada de sexo, le había dicho. Pero no había acordado nada respecto a los besos. Se conformaría con eso, pensó. Quizá, así, ella llegaría a cambiar de idea respecto a la parte física de su acuerdo. La puerta se abrió.


–Los Fuego juegan dentro de una hora –dijo él con una amplia sonrisa.


Era el segundo partido de la temporada. Tendría lugar en Los Ángeles, contra los Galaxy. Pedro había lamentado no estar allí en el partido anterior, cuando habían perdido contra los Portland Timbers. Se sentía como si hubiera abandonado a sus compañeros. El ortopeda le había dicho que podría quitarle la bota dentro de una semana o dos. Eso significaba que podría volver con su equipo. Aunque, para hacer eso, tendría que irse de Wicksburg. Y dejar de ver a Paula. No debía darle vueltas a eso. Cuando estuviera jugando, todo lo demás desaparecería de su mente. No podía permitirse ninguna distracción.

1 comentario: