lunes, 17 de mayo de 2021

Inevitable: Capítulo 66

 –Tus compañeros de equipo están deseando que vuelvas – señaló Fernando–. Cuando estés listo, avísame y haré los preparativos para tu viaje de vuelta a Phoenix.


A Pedro se le encogió el estómago. No se sentía preparado para irse, esa era la verdad. Sin embargo, debía enfrentarse a la realidad. Tenía que ocuparse de su carrera. E irse cuanto antes de Wicksburg. Cuanto más tiempo siguiera allí jugando a tener una relación, más hondos serían sus sentimientos y podía terminar haciéndole daño a Paula.




El miércoles por la tarde, Paula se miró el reloj. Faltaban quince minutos para que terminara el entrenamiento y Pedro no se había presentado. Aunque ella se había sentido molesta el lunes por la noche, lo cierto era que se moría de ganas de verlo. Tocó el silbato.


–Si la pelota vuelve a salirse del campo de juego, tendrán todos que hacer flexiones.


Los niños siguieron jugando.


–Lo estás haciendo muy bien, entrenadora.


Ella se derritió al oír la voz de Pedro y se giró hacia él.


–No llevas la bota –observó Paula al momento.


–Ya no la necesito.


–Qué bien –repuso ella y, al instante, se dió cuenta de lo que eso significaba. Se le encogió el corazón–. Me alegro por tí.


–Gracias –dijo él con una mirada extraña–. Quiero hablar con los chicos.


Paula tuvo un mal presentimiento. Sopló el silbato y los niños la miraron.


–Vengan aquí –ordenó Pedro. Cuando se hubieron sentado todos delante de él en el césped, continuó–: Siento haber llegado tarde. Pero lo están haciendo muy bien. Sigan hablando en el campo de juego, pasándose la pelota y obedeciendo a su entrenadora. Han mejorado mucho.


–Estoy deseando que llegue el partido del sábado –dijo Ignacio.


Los otros niños pensaban lo mismo. Pedro se pasó la mano por el pelo.


–Sé que van a jugar muy bien el sábado, pero yo no estaré allí. Tengo el pie mejor. Es hora de que vuelva con mi equipo.


Los rostros de los muchachos se tornaron tristes. Cuchichearon entre ellos. Algunos parecían conmocionados. Paula parpadeó para contener las lágrimas. Tenía que ser fuerte por Ignacio y el equipo.


–Dejen terminar a Pedro.

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