viernes, 7 de mayo de 2021

Inevitable: Capítulo 47

 –Me alegro de que recibieras mis correos electrónicos –dijo el niño–. Sí. Pedro sabe mucho de fútbol. Es estupendo. Pero nadie es tan buen entrenador como tú… Hemos cenado en su casa esta noche… Pizza… No, solo yo y la tía Paula. Saqué a pasear a la perra de sus padres. Se llama Daisy… ¿Podemos tener un perro?… Pedro dice que dan mucho trabajo… –contaba y asentía con la cabeza cada vez que su padre le decía algo–. Sí, es estupendo, igual que tú… De acuerdo… Yo también te quiero –se despidió y le dio el teléfono a Paula–. Papá quiere hablar contigo.


Eso era raro. Ella solía comunicarse por correo electrónico con Brenda y Gonzalo, para que pudieran dedicar todo su tiempo de llamadas a Ignacio. Se llevó el teléfono a la oreja.


–Hola, hermano. Te echo de menos.


–¿Pedro Alfonso? –preguntó su hermano con tono severo.


Paula metió a Ignacio en su dormitorio.


–Pedro está ayudándonos con el equipo de Ignacio.


–Cenar en su casa no tiene nada que ver con el equipo.


Ella se apartó un poco de la habitación de su sobrino, para que no la escuchara.


–A Ignacio le gusta pasar tiempo con él.


–¿Y estás viéndote con Pedro por el bien de Ignacio?


–Sí. Esa es la razón por la que acepté su invitación a cenar – aseguró ella en voz baja, para que el niño no la oyera–. Los echa mucho de menos a Brenda y a tí. Pero, desde que Pedro empezó a entrenar al equipo, Ignacio no deja de sonreír.


–¿Y tú? Era tu amor platónico.


–Eso fue hace mucho tiempo.


–Pedro Alfonso es un jugador, Pau. Tú no sigues la información deportiva, pero yo, sí. Tiene muy mala reputación en lo relativo a las mujeres. Te romperá el corazón si le das la oportunidad.


–Admito que es atractivo. Pero, después de lo de David, soy lo bastante lista como para no enamorarme de un tipo como Pedro Alfonso.


–Eso espero.


Su hermano no parecía muy convencido.


–No te preocupes. Pedro no va a quedarse mucho tiempo.


–Mantente alejada de él.


–Es difícil, pues está ayudándome con el equipo.


–Limita tu interacción al fútbol, entonces. No quiero que te haga daño –dijo Gonzalo–. Maldición. Se me ha agotado el tiempo. Te quiero. Ten cuidado, Pau.


La llamada de desconectó.


Paula sintió un nudo en la garganta. Su hermano había intentado prevenirla respecto a David antes de que se casara con él, pero ella no lo había escuchado. No cometería el mismo error de nuevo. Dejó el teléfono y se dirigió al cuarto de Ignacio. Las palabras de Gonzalo resonaban en su cabeza. Se sentía como una idiota por haber besado a Pedro esa noche. Y por querer más besos. Eso no era bueno. Sin embargo, no le daría más vueltas a la cabeza. Debía distraerse. En cuanto su sobrino estuviera dormido, sacaría su cuaderno. Oh, mejor, tomaría la artillería pesada: Sus pinceles, lienzos y óleos. Solo pintando conseguiría aclarar sus pensamiento y olvidarse de Pedro Alfonso y sus besos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario