viernes, 14 de mayo de 2021

Inevitable: Capítulo 63

El verano se acercaba y los Defeeters iban ganando cada vez más partidos. Pero Paula no quería que terminara la primavera. No quería que Pedro se fuera. Con él, Wicksburg ya no le parecía un pueblo aburrido. Solía comer o cenar con él a menudo. Y, cuando estaba sola, pintaba llevada por un productivo estallido de creatividad. Cuando los Alfonso volvieron, invitaron a todos los miembros del equipo a cenar a su casa.


–Ignacio me recuerda a su padre –comentó la señora Alfonso a Paula, mientras contemplaban cómo los niños jugaban a la pelota en el jardín–. Me encanta tener niños en casa. Siempre le digo a Pedro que se case y me dé nietos, pero ese chico solo tiene una cosa en la cabeza.


–El fútbol –dijo Paula, al mismo tiempo que la madre de Pedro.


–Lo conoces bien –señaló la señora Alfonso, mirándola con curiosidad.


–Nos ha estado ayudando con los entrenamientos.


–Y salen juntos. Ya sabes que en Wicksburg no se puede guardar un secreto –observó la mujer mayor, que llevaba el pelo gris recogido en una cola de caballo y pantalones vaqueros–. Me alegro mucho de que Pedro esté con alguien que lo conoce desde antes de que fuera famoso.


–Siempre ha sido una estrella del fútbol aquí.


Pedro les gritó algo a los niños. El aire se llenó de risas.


–Sí, pero tiene que comprender que la vida es algo más que jugar a la pelota. Espero que estar contigo le ayude a darse cuenta.


–El fútbol es su única prioridad –insistió Paula, pues eso era algo que ella misma se esforzaba en no olvidar–. No está interesado en nada más.


–Solo necesita darse cuenta de dónde está su hogar –opinó la madre–. Pero descubrir dónde están sus raíces va a tomarle tiempo. Tal vez, lo comprenda cuando regrese a Phoenix.


–No le queda mucho tiempo aquí –comentó Paula con el corazón encogido.


–Siempre puede volver.


Paula asintió. Esperaba que Pedro volviera cuando terminara la Liga Mayor, pero para eso faltaban meses todavía.


–Bueno, es mejor que terminemos de preparar los tacos –señaló la señora Alfonso–. Los niños deben de estar muertos de hambre.


–¿Cómo puedo ayudar?


–Diviértete, nada más.


Cuando la señora Alfonso se alejó, Silvana se acercó para hablar con Paula. Tenía un iPad en la mano.


–Haces bien en entablar amistad con su madre –comentó Silvana y le mostró lo que había estado leyendo, la página web de una revista del corazón–. Supongo que esto es lo que pasa cuando sales con una estrella del fútbol.


Paula se quedó mirando las fotos en las que Pedro y ella parecían dos tortolitos. La imagen principal era del primer partido de los Defeeters, cuando él le había susurrado algo al oído, pero parecía que estaba besándole el cuello. La segunda era de los dos en la pizzería, mirándose a los ojos. Y la tercera exhibía el rápido beso que se habían dado después de la primera victoria del equipo, aunque daba la sensación de que lo estaban haciendo era darse un largo beso con lengua.

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