viernes, 7 de mayo de 2021

Inevitable: Capítulo 50

 –No estaba seguro de si debía contártelo –confesó él.


–¿Por qué lo has hecho?


–Porque acordamos jugar limpio.


–Gracias por tu honestidad.


–Si te sirve de consuelo, le dije a Fernando que no íbamos en serio.


A Paula le alegraba que los dos estuvieran de acuerdo en eso, aunque no pudo negar una molesta sensación de decepción.


–Eso es poco decir.


–Sí, pero la gente se lo creerá, si no lo negamos. Y yo podré seguir ayudando al equipo.


–Quieres que finjamos que estamos saliendo –adivinó ella y se le cayó el alma a los pies.


–No es lo que quiero, pero tenemos que hacerlo –repuso él con una sonrisa–. Después de esos besos de anoche, además, creo que no voy a tener que fingir mucho.


–Ya hablamos de eso. Fue un error –indicó ella, sonrojándose.


–Lo dijiste tú, yo no. Hay química entre nosotros.


Era cierto, pero Paula no estaba dispuesta a reconocerlo.


–Esto es una locura –protestó ella y apretó la taza de café con fuerza para impedir que le temblara la mano–. Nada de besos. Ni de fingir que salimos.


–Entonces, es mejor que encuentres otro ayudante antes del partido del sábado.


–¿Hablas en serio?


Él asintió.


Maldición. Paula no sabía qué hacer. Necesitaba protegerse a sí misma, pero también tenía que pensar en Ignacio. Su sobrino era la razón por la que había acudido a Pedro desde el principio. Y sería el primero en sufrir si no podía seguir entrenando a los Defeeters. Ella no podía permitirlo. Debía ignorar sus propios miedos.


–Lo importante es… El equipo.


–Sobre todo, Ignacio –añadió Pedro.


Paula asintió. Lo mejor para Ignacio no era, tal vez, lo mejor para ella. ¿Y qué?


–Pronto te irás. Hasta entonces, haré lo que sea para que sigas entrenando al equipo. No creo que sea difícil fingir que salimos, ya que tu agente vive en California.


–Los otros entrenadores de la liga infantil también tienen que creerlo, si no, habrá problemas –clarificó Pedro–. Y los padres.


–De acuerdo –aceptó ella, pensando que iba a ser más difícil de lo que había creído. Pero, por su sobrino, haría lo que fuera.


–Ahora mismo, la prensa no lo sabe, pero eso podría cambiar.


Aquello no tenía buena pinta, pensó Paula. Si Gonzalo se enteraba… Sin embargo, ella siempre había demostrado ser capaz de lidiar con cualquier cosa. Haría lo mismo en esa situación, se dijo.


–Solo serán unas semanas, ¿No?


–Sí –asintió Pedro–. Será divertido.


Paula lo dudaba, pero mientras Ignacio mantuviera la sonrisa, lo sobrellevaría.

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