viernes, 14 de mayo de 2021

Inevitable: Capítulo 65

Más tarde, esa noche, el señor Alfonso estaba enseñándole a Ignacio su pantalla plana gigante de televisión y la señora Alfonso estaba dándole un baño a Daisy. Pedro y Paula se sentaron en el patio.


–Los chicos se lo han pasado en grande.


–Sí –asintió Paula y fue directa al grano–. Silvana me ha enseñado un artículo de una revista del corazón. Es sobre… nosotros –explicó, tendiéndole el artículo en cuestión en la pantalla de su teléfono.


–Esto es normal. No dejes que te preocupe –señaló él, echándole un vistazo al artículo. Entrelazó sus dedos con ella–. A los forofos del fútbol les gusta saber qué hacen sus jugadores favoritos. Este artículo no tiene nada de especial.


Paula tomó aliento para calmar sus nervios.


–El artículo lo cuenta como si fuéramos en serio, casi como si fuéramos a casarnos.


–Pero no es verdad –replicó él sin titubear.


Frustrada, Paula comprobó que él no mostraba ningún signo de haber cambiado de opinión respecto a su relación.


–Puede que sea raro para tí, pero yo sé lo que hay que hacer en estos casos –afirmó él, rodeándole con un brazo–. Ignóralo.


Paula no quería ignorarlo. Quería que fuera cierto. Quería ser novia de Pedro y… su esposa.


–Eh, no te pongas triste –dijo él, acariciándole el rostro–. Es un artículo estúpido lleno de mentiras. No te preocupes.


Sus palabras la hirieron como cuchillos. Cuanto más menospreciaba él el artículo, más le dolía. Irritada, cambió de idea. No pensaba decirle lo que sentía. No se humillaría de ese modo, cuando sabía que él no la correspondería. Molesta con la situación, levantó la barbilla.


–No me preocupo. Solo quiero asegurarme de que esto no dañe tu imagen.



Al día siguiente, Pedro salió a pasear a Daisy sin la bota ortopédica, por órdenes del médico. No podía dejar de darle vueltas a la actitud de Paula la noche anterior. Su reacción a lo del artículo había sido un poco extraña. Tal vez, se estuviera cansando de él y de su fama. Su móvil sonó, sacándolo de sus pensamientos. Era Fernando.


–¿Tú has filtrado a la prensa la historia sobre Paula y yo?


–Buenos días, hombre. Sí, estoy bien, gracias por preguntar – bromeó Fernando al otro lado de la línea.


–¿Has sido tú?


–No, pero se lo sugerí a tu relaciones públicas.


–¿Por qué?


–Tu futuro con los Fuego es incierto –explicó Fernando–. Tener una relación seria ayudará a lavar tu reputación. Da la imagen de que estás dejando atrás tu vida de crápula y estás madurando. Debes sentar la cabeza.


–Hablas como mi madre –protestó Pedro y miró a su alrededor para asegurarse de que nadie lo oyera–. Paula y yo no vamos en serio.


–Un reluciente anillo de diamantes puede cambiar eso.


Pedro sintió una emoción inesperada al pensar en pedirle a Paula que se casara con él.


–¿Estás de broma o has perdido la cabeza?


–Dijiste que querías jugar en la Liga Mayor de Fútbol, ¿No? Solo quiero que lo consigas.


–¿Mintiendo?


–Yo lo llamaría exagerar un poco la verdad –repuso Fernando–. Deja que la gente vea el anillo de compromiso y que saquen sus propias conclusiones.


–Paula nunca aceptará algo así.


–Le encantará. Cualquiera que vea esas fotos, sabe que ella está tan loca por tí como tú por ella.


–Loco, tal vez. Pero no enamo… –comenzó a decir Pedro, incapaz de pronunciar la palabra entera–. Paula me gusta, pero eso no quiere decir que esté listo para… casarme. Además, ella vive en Wicksburg y yo, en Phoenix.


–No lo dices con mucho entusiasmo.


–Claro que sí –repuso Pedro, nada convencido–. Lo que quiero es volver a jugar. Pero no como la temporada pasada, sino como cuando empecé. Entrenar a los chicos me ha recordado lo mucho que amo el fútbol. Y lo mucho que lo echo de menos.


–Por primera vez, suenas como el viejo Pedro Alfonso–comentó su agente, emocionado.


–Lo soy –aseguró Pedro, aunque sentía un agujero en el corazón al pensar en dejar a Paula.


Pero ¿Qué podía hacer? Tenía que ocuparse de su equipo. Su objetivo siempre había sido escapar de Wicksburg, no volver atrás y casarse con una chica del pueblo.


1 comentario: