lunes, 10 de mayo de 2021

Inevitable: Capítulo 51

Pedro se obligó a no levantarse del banco. Estaba deseando que terminara el partido de una vez. Los Defeeters estaban perdiendo. Y él no podía hacer nada.


–¡Buen trabajo, Defeeters! –los animó Paula desde un lateral. Llevaba una carpeta con los nombres de los jugadores y los tiempos para asegurarse de controlar las sustituciones y que cada niño jugara los mismos minutos–. ¡Ustedes pueden!


Era una excelente animadora. Sin embargo, el equipo no daba ni una. Si pudiera remontar antes de terminar el partido, sería un milagro. Paula lo miró con una gran sonrisa.


–Los chicos han mejorado mucho en las últimas dos semanas.


Pedro asintió. Iban a tener que trabajar duro en el próximo entrenamiento.


–Debe de estar a punto de acabar –dijo Paula.


–Quedan menos de cuatro minutos –repuso él, tras mirar su móvil.


Ignacio le quitó el balón a un rápido delantero. Se lo pasó a Marcos, que atravesó el campo con él. Esquivó a un defensa y a otro. Los padres aplaudieron. Paula silbó. Pedro meneó al cabeza. Marcos tenía que pasar el balón antes de que se lo quitaran. El chico corrió hacia la línea de centro. No era posible marcar a portería desde allí. Y menos contra un equipo tan bueno como los Strikers.


–Pásala –gritó Pedro.


Paula señaló a Ramiro, que estaba cerca, sin defensas rodeándole.


–Pasa, Marcos –gritó Pedro de nuevo–. A Ramiro.


Marcos no fue lo bastante rápido. Un jugador del equipo contrario le robó el balón y se lo pasó a un compañero. Gol. Los padres de los Defeeters suspiraron. Los de los Strikers aplaudieron. El árbitro tocó el silbato. El juego había terminado. Los Defeeters habían perdido seis a tres. Los chicos tenían que aprender a pasar la pelota y a comunicarse entre sí en el campo, observó Pedro, planeando el próximo entrenamiento. Los jugadores se estrecharon las manos. Algunos de los Strikers le pidieron a Pedro que les firmara su pelota. Él los complació y posó para las fotos. Cuando hubo terminado, se le acercaron algunos padres de los Defeeters.


–Lo han hecho muy bien. La última vez que jugaron con los Strikers fue mucho peor –le dijo Silvana.


–Nunca habían jugado tan bien –le comentó Sergio, el padre de Marcos–. Has hecho un gran trabajo.


Curioso. Pedro había esperado que los padres estuvieran decepcionados, pero no era así. Los niños también eran todo sonrisas. Él nunca había visto tantas caras felices después de una derrota.


–¿Has visto? ¡Hemos marcado tres goles!


–Buen partido, chicos.


–Paula dice que con que hubiéramos marcado un solo gol a los Strikers, eso habría sido una victoria para ella –dijo Marcos.


–¡Y hemos marcado tres! –exclamó Damián.


Pedro había estado tan centrado en ganar que no se había dado cuenta de que lo importante era mejorar. Sin embargo, Paula no lo había olvidado. Estaba sentada entre los muchachos con una gran sonrisa. A él se le inundó el corazón de ternura al verla.


–En otoño, perdimos nueve a cero –explicó Ignacio.


–Hoy lo han hecho mucho mejor –repuso Pedro, comprendiendo su alegría.


–Volveremos a jugar con ellos al final de la temporada –indicó Damián.

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