lunes, 5 de febrero de 2018

Lo Inesperado: Capítulo 26

Paula salió de la clínica y decidió ir a visitar a Franco. El chico estaba inmovilizado en el hospital, con la cara enterrada en un libro.

—Hola, trasto —lo saludó.

—¡Doctora Chaves! —exclamó Franco.

—¿Cómo estás?

—Me  duele  todo  —confesó  el  crío—. Ya  sé  que  he  sido  un  tonto. El  doctor  Morgan  me leyó la cartilla.

—Has salido de esta de milagro, Franco.

—Lo  sé.  El  doctor  Morgan  me  dijo  que  si  el  doctor  Alfonso y  usted  no  hubieran  estado allí, podría haber muerto.

—Pero estábamos allí —suspiró Paula—. ¿Qué tal van tus niveles de azúcar?

—No demasiado mal.

—¿Qué estabas intentando probar, Franco?

—No lo sé. Bueno, sí. Es que estoy harto, doctora Chaves. No me gusta ser diferente de los demás chicos.

—No eres diferente, Franco. Sólo tienes diabetes.

 —Pero eso me hace diferente. No puedo correr como los demás, no puedo comer lo mismo...

—¿Por qué no puedes correr? —lo interrumpió ella.

—Porque en el colegio se lo toman muy en serio y hacen competiciones. No se puede hacer un maratón si tienes que pararte de vez en cuando para comprobar cómo van los niveles de azúcar en la sangre...

—¿Y si no tuvieras que parar?

—Pero tengo que hacerlo.

—Cada día inventan monitores de glucosa más efectivos. Ahora hay uno que es casi igual de pequeño que un reloj.

—Pero tendría que parar de todas formas...

—No, podrías comprobar tu nivel de azúcar mientras estás corriendo.

—¿En serio?

—Sí. ¿Quieres que me informe de dónde podemos conseguirlo?

—¡Claro que sí!  —exclamó  Franco,  con  los  ojos  brillantes—. Eso  sería  estupendo, doctora Chaves.

—Muy  bien.  Ya  te  daré  más  noticias  —sonrió  Paula,  mirando  alrededor.  En  el  suelo, descubrió un par de botas de montaña.

—Son bonitas, ¿Verdad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario