lunes, 26 de febrero de 2018

Lo Inesperado: Capítulo 66

—Haber quedado embarazada. No estaba intentando atraparte.

Pedro apretó los dientes.

—No pienses en eso ahora. Hablaremos más tarde.

—No quiero casarme contigo, Pedro.

El hombre apartó la mirada.

—¿Estamos listos? Ya podemos bajar.

 Nadie  hablaba  mientras  descendían.  Todos estaban  demasiado  concentrados  en  no  perder pie. Una hora después, Paula  estaba tumbada en la clínica. El médico de guardia, Guillermo Roberts, la examinó. Pedro no se apartó de su lado.

—No tienes nada. Sólo ha sido un mareo.

—¿Puedo dormir en mi casa o tengo que quedarme aquí esta noche?

—¿Se quedará alguien contigo?

—Yo me quedaré con ella —dijo Pedro.

—En ese caso, de acuerdo. Puedes irte a casa.

—Hay otra cosa. Estoy embarazada. No tengo dolores abdominales, pero me gustaría que me hicieran una revisión.

—Muy bien. Tardaremos quince minutos.

Paula estaba  tumbada  durante  la  revisión,  sin  atreverse  a  mirar  a  Pedro.  Había esperado que él pusiera alguna excusa, que saliera de la consulta, pero no había sido así.

—Parece que todo va bien —dijo Guillermo después de comprobar el estado del feto—. Puedes vestirte, Paula.

 —Gracias.

Cuando iba a salir de la consulta, Pedro la tomó del brazo.

—No, espera —murmuró,  pasándose  la  mano  por  el  pelo—. Tenemos  que  hablar  y  no quiero esperar hasta que lleguemos a casa.

Paula apretó  los  dientes.  No  quería  otra  discusión.  Más  tarde  quizá, pero  en  aquel  momento  no  podía  aparentar  que  le  daba  igual  perderlo.  Se  sentía  demasiado  vulnerable.

—Pedro, no puedo...

—Sólo quiero que me escuches —la interrumpió él, tomando su mano—. Este ha sido el peor día de mi vida.

—¿Por qué? ¿Por qué has visto al niño en el monitor?

—¡No! No me refiero a eso. Ver al niño ha sido... increíble.

Pedro se acercó a la ventana para que ella no pudiera ver su expresión.

—¿Qué quieres decirme?

Él no contestó inmediatamente.

—Nunca  he  confiado  en  nadie.  Supongo  que  estaba  intentando  probar  que  lo  que  siempre me habían dicho de niño era verdad.

—¿A qué te refieres? —preguntó Paula.

—A  que  era  un  niño  difícil,  problemático.  Mi  madre  no  me  pudo  soportar,  por  eso  me abandonó. Yo no era el niño que había imaginado...

—Pedro...

—Fui  de  familia  en  familia  y  cada  vez  era  más  difícil.  Cada  vez  que  llegaba  a  una  nueva  casa,  me  portaba  peor.  Supongo  que  intentaba  encontrar  una  familia  que  me  quisiera  incondicionalmente  —siguió  diciendo  él,  sin  mirarla—. No  tardé  mucho  en darme cuenta de que ese tipo de amor no existía. Al menos, para mí.

Los ojos de Paula se llenaron de lágrimas.

—Oh, Pedro...

—Nunca  se  me  ha  dado  bien  relacionarme  con  los  demás,  pero  eso  tú  ya  lo  sabes. Durante mi infancia, cuando empezaba a sentir afecto por alguien, me llevaban a otra parte. No tienes ni idea de lo que eso le hace a un niño. Sentir que no lo quieren es... Al final, me dije a mí mismo que no necesitaba el amor de nadie como mecanismo de defensa. La única persona que me hacía falta era yo mismo. No quería amar a nadie para no sufrir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario