miércoles, 14 de febrero de 2018

Lo Inesperado: Capítulo 45

Paula guardó el mapa en el bolsillo y levantó la cara.

—Me  encanta esta  época  del  año  —dijo, con  las  mejillas  rojas por  el  frío—. No hay  ningún turista.

Pedro miró al cielo, con gesto preocupado.

—No me gusta mucho el aspecto que tiene.

 —La predicción del tiempo era buena.

—Sí —murmuró él. Pero no parecía convencido.

—¿En el ejército trabajabas mucho al aire libre?

Pedro se volvió y le lanzó una mirada que la dejó temblando.

 —Sí.  Solíamos pasar muchas noches  bajo las  estrellas. Eran entrenamientos  de  supervivencia.

—Está bien eso de que te paguen por pasar el día de excursión.

 —No era siempre un paseo. A veces dormíamos casi enterrados en la nieve.

—¿Eran entrenamientos peligrosos? —preguntó Paula, apretándose el anorak contra el pecho. Realmente, había empezado a hacer mucho frío.

—Desde luego.  El ejército  pierde reclutas  en  los  entrenamientos,  pero  no  suele  hacerse público.

—¿Cuándo decidiste convertirte en médico?

—No lo sé. Supongo que, inconscientemente, debía pensarlo desde que conocí a Gabriel. Pero no empecé a tomármelo en serio hasta que hice un entrenamiento médico en el ejército.

 —¿Cómo fuiste a vivir con Gabriel? —preguntó Paula entonces. Un segundo después, se arrepintió—. Perdona. Ya sé que no te gusta hablar del tema. 

—Me sorprende que no te hayan contado la historia.

—Aquí la gente no es muy dada a cotillear.

—Lo sé —murmuró Pedro, mirándola a los ojos.

¿Iba a besarla? Hacía mucho tiempo que no la besaba, desde la noche de la hoguera. Paula se sentía horrorizada porque deseaba que lo hiciera. ¿Qué le estaba pasando?

—Yo era un  poco  difícil  de  pequeño —empezó  a  decir  él,  mirando  al  horizonte—. Más  que  difícil, era un  niño  muy  problemático. Ninguna de  las  familias  de  acogida  podía soportarme mucho tiempo.

 El corazón de Paula se encogió, imaginando lo solitario que debía haberse sentido de niño.  Era lógico  que  fuera  difícil. Le  hubiera  gustado preguntar  si  había  intentado  alguna vez localizar a su madre, pero no se atrevía a hacerlo.  De repente, le  hubiera  gustado  rodearlo  con  sus  brazos.  Darle  el  amor  que  nunca  había tenido.  ¿El amor? Se quedó sin respiración. Era una loca, pero se había enamorado de él. Se había enamorado locamente de aquel hombre.

—Entonces apareció Gabriel... ¿Te encuentras bien?

No.  No se  encontraba  bien.  Estaba enamorada  de un  hombre  que  no  quería  saber  nada de compromisos. De un hombre que no quería saber nada de permanencia.

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