Paula guardó el mapa en el bolsillo y levantó la cara.
—Me encanta esta época del año —dijo, con las mejillas rojas por el frío—. No hay ningún turista.
Pedro miró al cielo, con gesto preocupado.
—No me gusta mucho el aspecto que tiene.
—La predicción del tiempo era buena.
—Sí —murmuró él. Pero no parecía convencido.
—¿En el ejército trabajabas mucho al aire libre?
Pedro se volvió y le lanzó una mirada que la dejó temblando.
—Sí. Solíamos pasar muchas noches bajo las estrellas. Eran entrenamientos de supervivencia.
—Está bien eso de que te paguen por pasar el día de excursión.
—No era siempre un paseo. A veces dormíamos casi enterrados en la nieve.
—¿Eran entrenamientos peligrosos? —preguntó Paula, apretándose el anorak contra el pecho. Realmente, había empezado a hacer mucho frío.
—Desde luego. El ejército pierde reclutas en los entrenamientos, pero no suele hacerse público.
—¿Cuándo decidiste convertirte en médico?
—No lo sé. Supongo que, inconscientemente, debía pensarlo desde que conocí a Gabriel. Pero no empecé a tomármelo en serio hasta que hice un entrenamiento médico en el ejército.
—¿Cómo fuiste a vivir con Gabriel? —preguntó Paula entonces. Un segundo después, se arrepintió—. Perdona. Ya sé que no te gusta hablar del tema.
—Me sorprende que no te hayan contado la historia.
—Aquí la gente no es muy dada a cotillear.
—Lo sé —murmuró Pedro, mirándola a los ojos.
¿Iba a besarla? Hacía mucho tiempo que no la besaba, desde la noche de la hoguera. Paula se sentía horrorizada porque deseaba que lo hiciera. ¿Qué le estaba pasando?
—Yo era un poco difícil de pequeño —empezó a decir él, mirando al horizonte—. Más que difícil, era un niño muy problemático. Ninguna de las familias de acogida podía soportarme mucho tiempo.
El corazón de Paula se encogió, imaginando lo solitario que debía haberse sentido de niño. Era lógico que fuera difícil. Le hubiera gustado preguntar si había intentado alguna vez localizar a su madre, pero no se atrevía a hacerlo. De repente, le hubiera gustado rodearlo con sus brazos. Darle el amor que nunca había tenido. ¿El amor? Se quedó sin respiración. Era una loca, pero se había enamorado de él. Se había enamorado locamente de aquel hombre.
—Entonces apareció Gabriel... ¿Te encuentras bien?
No. No se encontraba bien. Estaba enamorada de un hombre que no quería saber nada de compromisos. De un hombre que no quería saber nada de permanencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario