lunes, 25 de marzo de 2024

Pasión: Capítulo 10

Paula bajó los brazos, pero apenas se dió cuenta de que la mirada de Pedro se clavaba en sus pechos. Lo único que sentía era una rabia inmensa y un odio feroz por aquel hombre.


—¿Para qué iba a hacerlo?


Pasó al lado de Pedro en dirección a la puerta, pero antes de que pudiese agarrar el picaporte, él la cerró de golpe. Volvió a cruzarse de brazos, fulminándolo con la mirada, consciente de sus pies descalzos y del temblor que su proximidad la hacía sentir.


—Si no te vas en cinco segundos me pondré a gritar.


Pedro siguió sujetando la puerta, acorralándola. 


—El gerente pensará que estamos pasándolo bien. No puedes ser tan ingenua como para no saber que este hotel alquila las habitaciones por horas.


Paula sintió que le ardía la cara. Primero por pensar en aquel hombre haciéndola gritar de placer y después por su propia ingenuidad.


—Pues claro que no —replicó, intentando poner distancia entre ellos.


Pedro se cruzó de brazos.


—No, ya imagino. Después de todo, no es a lo que tú estás acostumbrada.


Paula pensó en las condiciones espartanas de la clínica de rehabilitación en la que había estado ingresada durante un año y luego en su diminuto estudio en una zona poco recomendable de Atenas.


—¿Cómo ibas a saberlo?


Pedro hizo una mueca.


—¿Estás decidida a quedarte en Río?


Nunca más que en ese momento. Aunque solo fuera para fastidiarlo.


—Sí.


—Lo último que necesito ahora mismo es que un reportero te vea yendo de copas o de compras.


Paula tuvo que morderse la lengua. Él no sabía nada sobre su nueva vida. ¿De copas, de compras? Todo eso había terminado.


—Me pondré un bolso de Louis Vuitton sobre la cabeza mientras compro un vestido de la última colección de Chanel. ¿Eso serviría de algo?


La broma no cayó bien y pudo ver una vena latiendo en la frente de Pedro. 


—Que te fueras de Río sería aún mejor. 


—A menos que pienses echarme de aquí con tus propias manos, eso no va a pasar. Y si lo intentas llamaré a la policía y te denunciaré por acoso.


Pedro no se molestó en decirle que, con los graves problemas que había en la ciudad, la policía no se molestaría en atenderla. Y que hacer eso solo serviría para despertar el interés de los paparazzi, que lo seguían a menudo.  Pensar que pudieran verla y asociarla con él lo ponía nervioso. Ya había tenido suficiente mala prensa después de lo que pasó en Italia como para arriesgarse. Entonces se le ocurrió una idea. No era una que le gustase particularmente, pero parecía la única opción en ese momento. Haría que Paula Chaves se fuera de Río inmediatamente; con un poco de suerte en un par de días. 

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