-Y esta preciosa criatura -dijo Luciana mirando a Paula que prestó atención al oír su apodo-, es la mujer que ha vuelto loco a Pedro los últimos días. No puedo perdonarte por ello, Paula. Sea lo que sea que hayas hecho, ha estado realmente insoportable.
-¿Quién ha estado insoportable? -Diego acababa de regresar del ropero de dejar los abrigos de las mujeres.
-Diego -dijo Macarena con los ojos brillantes de diversión-, éstos son Luciana y Gustavo, los anfitriones de la fiesta. Luciana, Gustavo, éste es Diego Gordon. Trabaja en administración en Alfonso.
-He venido con Paula -aclaró a todos.
Paula vió el gesto extrañado de Luciana que miraba a Macarena sin entender nada y a ésta que le devolvía una mirada con el ceño fruncido al tiempo que sacudía la cabeza.
-Encantada de conocerte, Diego -dijo Luciana.
-Lo mismo digo -mirando a todas partes menos a la pareja-. Paula, es hora de darnos una vuelta -y la tomó del brazo.
Una vez en el bar, Paula pidió una copa de champán.
-No, Paula -insistió Diego quitándole la copa y devolviéndosela al atónito camarero-. No necesitas bebidas alcohólicas que puedan alterarte esta noche. Déjamelo a mí.
-Dos zumos de arándano. Son buenos para los riñones.
Paula dejó a un lado el zumo y tomó la copa de champán que había pedido al principio y dió un gran sorbo. Al darse la vuelta en un intento de separarse de aquel despreciable ser lo antes posible chocó con un objeto inmóvil. Era Pedro.
-Hola, Pedro -dijo sin respiración y con el corazón latiéndole a toda velocidad.
-¿Dónde está Pablo? -preguntó.
-Está con Maca, espero -dijo Paula asegurándose de que Diego no notara la desazón que la invadía en presencia de Pedro.
-¿De veras? Yo pensaba que no querrías perderlo de vista.
-Sí, bueno, pensaste mal. Maca y Pablo estaban charlando con otra feliz pareja la última vez que los ví -dijo ella sin dejar de vigilar a su acompañante-. Hemos conocido a Luciana y a Gustavo al entrar.
Pedro frunció el ceño al ver que Diego se acercaba a Paula y le rodeaba la cintura con un brazo posesivo.
-Te conozco, ¿No? -preguntó Pedro con tono tajante mientras miraba ofendido la actitud posesiva.
-Seguro, señor Alfonso. Trabajo para usted. Diego Gordon. Administración.
-¿Ha venido contigo? -preguntó a Paula con tono incrédulo, sin hacer caso a la mano que Diego le ofrecía como saludo.
-Puedes asegurarlo, amigo. Sólo me ha costado seis meses hasta que al final ha aceptado. El secreto es la perseverancia, amigo.
-¿Te gusta la fiesta? -preguntó Paula tratando de desviar la atención de Pedro de aquella charada-. ¿Es como la imaginabas?
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