viernes, 15 de marzo de 2024

El Elegido: Capítulo 73

Era perfecta y Paula lo sabía. No había ni un posible fallo pero él se limitó a encogerse de brazos y dirigir a Diego una elocuente mirada.


-No hagas público el anuncio todavía.


Paula se atragantó con las burbujas del champán. ¿Se trataba de otra indirecta sobre la elección que tendría que hacer entre un hombre o el trabajo? El había cambiado las reglas del juego muchas veces en su propio beneficio y estaba harta.


-Oh, no te preocupes por eso, Pedro -contestó ella con los dientes apretados-. Conociendo tu aversión a las obligaciones, no se me ocurriría contar con una garantía por tu parte.


Pedro aguantó y Paula supo que sus palabras habían dado en el blanco. El hombre había palidecido y tenía las mejillas coloradas. Parecía como si le hubiera abofeteado. Pero ella no dejó de mirarlo a los ojos, decidida a no ceder, a no dejarse vencer por su expresión desdichada. Si se había propuesto que la odiara, lo debía estar consiguiendo. Pedro finalmente retiró la torturada vista de ella y pareció tomar conciencia de la presencia de Diego, momento en que su expresión se endureció y se cebó sobre Paula.


-Supongo que cuando Paula comenzó con su caza de marido se mostró abierta a todo tipo de experiencias.


Paula se puso colorada. Touché.


-¿Qué es esto? -preguntó Diego.


-Supongo que ya ha tomado una decisión. Bueno, los dejaré a los dos tortolitos. Nunca había visto a Paula tan feliz como esta noche y supongo que te lo debe a tí. Parece que ha ganado el mejor, Diego -y diciendo esto Pedro se alejó.


-Si lo que ha dicho es cierto, te prometo pedir tu mano antes de que la noche termine. Espero que eso no te incomode.


-En absoluto, Diego, te lo digo de todo corazón -contestó Paula cuando pudo por fin quitar la vista de la espalda de Pedro.


-Bien, bien. Nunca antes lo había conocido. Sólo lo había visto por los pasillos, pero parece un tipo decente.


-Sí, lo es -dijo Paula mirándolo de nuevo. 


El hombre más decente que había conocido en su vida; un hombre con buen corazón, inteligente, y franco. Y ella había sacado a relucir sus más profundos resentimientos, para poder tapar así sus propios y débiles miedos. Paula observó a Pedro abriéndose paso entre la gente. Luciana se le acercó y le dió un fuerte abrazo. Él debió decir algo a Gustavo que hizo que se riera con fuerza. Luciana se retiró de su hermano y le dió un golpe en el hombro en actitud cariñosa mientras Pedro fingía que le había hecho daño. Incluso desde aquella distancia, Paula podía ver el respeto que él inspiraba en la gente, el mismo que le inspiraba a ella. Y ella había hecho todo lo posible para que él la odiara. ¿Qué había hecho?


-Vamos entonces -dijo Diego-. Será mejor que encontremos nuestra mesa. No me gustaría que alguien hubiera intercambiado nuestros sitios.


La cena se hizo dolorosamente larga. Paula contó los segundos rezando para que todo acabara. El momento crucial de la cena fue cuando bailó con Diego y se dirigió hacia una escalera que daba a unos balcones sobre el restaurante. Tras los discursos, se excusó y se dirigió al baño, seguida de Macarena.


-El hombre de la calle -comenzó Macarena sin preámbulo-, el culpable de esta historia del marido...

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