viernes, 15 de marzo de 2024

El Elegido: Capítulo 71

 -Pedro no piensa que estés enamorada de Pablo, cariño. Lo está pasando muy mal tratando de comprender tu forma de actuar, eso es todo. Y yo creo que le debe estar resultando difícil ver que tú no has caído en sus brazos tan fácilmente como está acostumbrado tan fácilmente como él ha caído en los tuyos -Macarena hizo una pausa-. En cuanto a Pablo, sé que él representa para tí la seguridad y la satisfacción y eso es lo que crees que tú buscas, pero lo que tú necesitas en realidad es alguien que te quiera.


-Entonces, ¿Pedro está equivocado?


-En cuanto a eso, sí, pero en lo de saber que debería ser él quien te acompañara a la fiesta, no. Creo que en eso tiene toda la razón.


-Maca -suplicó Paula-. No puedo. Por favor, llama a Diego.


-De acuerdo -suspiró Macarena-. Llamaré a la babosa, pero sólo porque disfruto mucho con tus locuras.


-Gracias -dijo Paula con un suspiro de alivio-. Hablaré contigo después.


-Adiós, cariño.




El sábado por la noche Lara estaba esperando con su sencillo y elegante vestido fuera del Lunar cuando Paula llegó con Macarena, Pablo y Diego. 


-Todo va bien, Paula -susurró Lara-. Nunca he visto una fiesta que marche tan bien. Los cocineros están sonrientes, el bar bien surtido y los invitados de honor relajados. Es un milagro.


-Disfrútalo, Lara. Lo estás haciendo muy bien.


Paula se puso a buscar a Pedro al momento con la excusa de que prefería tenerlo a la vista para poder evitarlo.


-¡Tú tienes que ser Paula! -dijo una joven alta y delgada que se acercó a ella al entrar en el salón.


Paula se fijó entonces en los hoyuelos.


-Y tú debes ser Luciana. Te pareces mucho a tu hermano.


-Lo sé, aunque espero ser un poquito más guapa. Y ahora déjame que te vea bien.


Luciana miró a Paula de arriba abajo como una vieja tía que no hubiera visto a su nieta desde que era pequeña.


-Creo que Pedro utilizó la palabra «Preciosa» -dijo Luciana volviéndose hacia Macarena y Pablo haciendo un guiño-. Y por lo que he oído usteds dos los presentaron.


-No exactamente -dijo Macarena-, aunque los hemos ayudado todo lo posible, me temo que no somos los artífices de su primer encuentro. Fue puramente accidental. Yo diría que fue el destino, aunque otras se empeñen en negarlo.


-Algo he oído. Chocaron en la calle y mi hermano la ayudó a recoger sus cosas. No podía dejar de reír cuando me lo contó. Mi serio e inflexible hermano ayudando a una damisela en apuros. Habría dado todo por verlo.


Paula sabía que Macarena estaba mirándola con la boca abierta.


-Y este hombre tan guapo es mi prometido, Gustavo -dijo Luciana arrastrando tras de sí a un hombre ligeramente más bajo que ella, varios años mayor, con una barba perfectamente arreglada y unas incipientes canas a ambos lados de la cabeza, que en ningún momento dejó de mirar a Luciana.


-Gus, éstos son Pablo, la mano derecha de Pedro, y su mujer, Macarena, y el que está en su barriga es su primer hijo.


Paula sintió una dolorosa sensación en su interior al verse rodeada de tanto amor.

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