miércoles, 6 de marzo de 2024

El Elegido: Capítulo 60

A las nueve de la mañana del sábado Pedro ya no pudo esperar más. Tomó el teléfono y marcó.


-Macarena, soy Pedro.


-¡Pedro! -contestó Macarena con voz alegre-. Pablo se acaba de ir. Ha salido a comprarme un helado de chocolate y nueces.


-Un antojo, supongo.


-Eso espero. A mí siempre me ha gustado el helado de chocolate negro. ¿Quieres dejarle algún mensaje?


-En realidad yo quería hablar contigo.


-Bueno, entonces habla.


-Es sobre Paula...


-¡Ya era hora! Espera un segundo que me ponga cómoda -y Pedro pudo escuchar a través del teléfono el ruido mientras Macarena se acercaba al sofá-. Has acudido a la persona adecuada -dijo finalmente. Tienes que saber, primero, que prefiere los tulipanes a las rosas; que es alérgica a la plata; que...


-Espera, Maca. No es de eso de lo que quería hablar. No voy a proponerle matrimonio, por mucho que estés planeándolo. Es sólo que estoy un poco preocupado por ella.


-De acuerdo. ¿Y qué es lo que te preocupa?


-Bueno, anoche vino a mi departamento y...


-¿En serio? Pero eso es estupendo. No me ha dicho nada...


-¡Maca!


-¿Sí?


-Déjame terminar.


-De acuerdo. Lo siento. Seré una tumba.


-Vino a mi departamento anoche a enseñarme la propuesta para la fiesta de Luciana y se quedó a cenar -Pedro se detuvo preguntándose cómo explicar lo que había ocurrido entre ellos-. El caso es que después de cenar vió mi saco de boxeo, el que siempre ha estado en el rincón del salón. Y quedó aterrorizada.


-¿A qué te refieres con aterrorizada? -preguntó Macarena y Pedro notó el tono de preocupación en la voz de la mujer.


-Bueno, me riñó por haber organizado aquella pelea para mis empleados y también por tener guardados los guantes de Ali, pero el saco de boxeo la hizo temblar de miedo. ¿Por qué está Paula en contra del boxeo?


-¿Por qué no habría de estarlo? -preguntó Macarena con voz suave-. Muchas mujeres piensan así. A mí me parece repulsivo y muy poco atractivo.


-Pero yo sé que es algo más que eso. Lo sé. ¿Alguien la... Ha pegado alguna vez? ¿Es eso?


-No, Pedro. Nadie la ha pegado -pero el silencio de Macarena decía lo contrario. Estaba por el buen camino. 


-¿Entonces qué es? Su reacción se debe a algo y me estoy volviendo loco.


-Creo que deberías preguntárselo a ella, Pedro. 


-Lo intenté.


-Bueno, entonces ahora ya sólo depende de ella si quiere contártelo o no.


-¿Pero entonces hay algo? -perseveró Pedro. 


-Pedro, no puedo decírtelo.


-Esperaba que me dijeras, no sé, algo. Lo siento. No debería haberte dicho nada.


-No pasa nada. No te preocupes.


-Saluda a Pablo de mi parte. 


-Lo haré.


Media hora después el teléfono sonaba en casa de Paula. Ésta salió del cuarto de baño envuelta en una toalla enorme. Andaba de puntillas para no llenar todo el suelo de agua.


-¿Sí?


-Hola -dijo Pedro sin necesidad de presentarse.


-Hola -Paula se quedó de piedra junto al teléfono, chorreando, el teléfono fuertemente apoyado sobre el hombro y la cabeza ladeada para sujetarlo. Un silencio incómodo se apoderó del instante.


-Te llamo por la fiesta de Luciana.


-Claro -dijo ella tratando de que su voz no sonara demasiado decepcionada. « ¿Qué esperabas? ¿Qué te pidiera matrimonio?».


-Me gustaría cambiar el lugar de la celebración, si es posible.


Paula frunció el ceño, su atención se centraba en la fiesta. Había dedicado mucho tiempo en elegir el local perfecto de todos los que Alfonso poseía para la celebración.

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