lunes, 18 de marzo de 2024

El Elegido: Capítulo 80

 -¿Me quieres decir cómo se ha metido esa idea en tu preciosa cabecita? -preguntó Pedro lleno de asombro.


-En el Lunar, cuando me dijiste que tenía que jugar bien mis cartas, pensé que querías decir que no contratarías a una mujer que planeara ser madre.


-¿Así que tienes planeado ser madre? ¿Y quién soy yo para discutir? ¡Me has convencido! Creo que deberíamos encerrarnos varios días, incluso semanas, para concentramos única y exclusivamente en ese plan tuyo.


Paula creía estar en el cielo. Le costó mucho reunir la fuerza para hacerle a Pedro una última pregunta.


-¿Y, por cierto, qué tienes pensado hacer con el Lunar?


-Cásate conmigo y te lo daré como regalo de bodas -respondió él tomándola por la cintura y acercándose para besarla en los labios-. Hablas demasiado, preciosa, pero todavía no has respondido a mi pregunta.


-¿Señor Alfonso? ¿Señorita Chaves? -preguntó una enfermera desde el extremo más alejado de la cafetería.


Ambos se levantaron aunque esta vez Paula no soltó la mano de su hombre.


-El señor Jeffries les está buscando.


-¿Ha ocurrido algo? -preguntó Paula.


-No -sonrió la enfermera-. Es sólo que él y su esposa desean que vayan a conocer a su hijita.


Paula miró a Pedro y vió que los ojos de éste brillaban de la emoción.


-Una hija -susurró Pedro-. Una hija que tendrá unos padres maravillosos.


-Y unos cariñosos padrinos -dijo Paula besando las mejillas húmedas de Pedro.




Paula se inclinó sobre su amiga que despertaba de una pequeña siesta.


-Paula, estás aquí. 


-Claro que sí, tonta. 


-¿Y Pedro? 


-Está aquí también.


Pedro avanzó un paso y se colocó al lado de Paula a quien le puso un brazo alrededor de los hombros.


-La hemos visto -dijo con emoción-, y es preciosa. 


-Pero no se parece a Pablo -bromeó Paula.


-Yo opino lo mismo -dijo Macarena con una débil sonrisa-, pero no se lo digas a él; piensa que es su viva imagen.


Paula asintió y Pedro le guiñó un ojo cómplice. Macarena los miró de hito en hito, a Paula que seguía llevando la chaqueta de Pedro, y a éste que jugaba con el pelo de ella inconscientemente, con una gran sonrisa iluminándole el rostro.


-Ustedes dos ocultan algo.


-No eres la única que tiene buenas noticias esta noche -dijo Paula.


-¿De verdad? ¿Quién tiene otra noticia? ¿Sobre qué?


-Nosotros.


-Bueno, ¿Y a qué esperan? No pueden dejar a una mujer exhausta con la intriga. Si tardan mucho más me quedaré dormida.


Paula miró a Pedro que la miraba con adoración. Asintió y una sonrisa radiante cubrió el rostro de ella que dejó de mirar al hombre que amaba para mirar a su querida amiga.


-Me voy a casar.






FIN

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