-Nunca pretendí que me gustara Pedro. De hecho, te lo he dicho a tí y a él que no es mi tipo. Vale, nos hemos besado y puede que me sienta... Atraída por él, pero eso es todo. Creo que es irrelevante ahora si confío o no en él. Gracias por el consejo pero no es necesario.
Paula se deshizo de Macarena y atravesó la clase hasta donde tenía la toalla y salió.
El viernes por la noche Paula trataba de relajarse frente a un agradable fuego. Le había encargado los detalles de última hora de la fiesta de Luciana a Lara. En ese momento sonó el teléfono.
-¿A qué hora te recojo para ir a la fiesta? -preguntó Pedro sin ni siquiera decir hola.
Paula se incorporó en el sofá. Había evitado hablar con él en toda la semana y no había hecho caso a sus mensajes para evitar la desgarradora sensación que esa situación le producía, pero escuchar su voz a través del teléfono había arruinado todo intento.
-No puedes venir a recogerme, Pedro.
-¿Por qué no? Tengo un coche, y carnet de conducir. No hay nada que me lo prohíba, y no me digas que no vas a ir porque le romperías el corazón a Luciana y no creo que desees hacer algo así.
Pero a pesar del tono alegre notaba una especie de preocupación y sabía que sentía lástima por ella. Siempre pasaba lo mismo con todos pero no podía soportar la idea de mirar a Jacob con ojos de enamorada y ver que lo que el hombre le devolvía era lástima.
-Yo también tengo coche, no necesito que nadie me lleve.
-Bien. Entonces ven tú a recogerme.
-¡No! Además, tengo que estar allí pronto y...
-No, eso no es cierto. Sé que le has pasado el control a Lara. Me lo ha dicho. Tú irás en calidad de invitada cómo los demás.
-Creo que será mejor que vayamos al Lunar cada uno por su lado mañana.
-Pero yo creo que deberíamos ir juntos. Una cita de verdad, esta vez, no un encuentro casual o una reunión de negocios.
-Si esto ha sido idea de Macarena te digo que lo olvides. Por favor, no pienses que yo se lo he pedido...
-Paula -su voz sonaba nerviosa-. Te estoy pidiendo que seas mi pareja en la fiesta. No ha sido cosa de Macarena, ni de Pablo. Me gustaría pasar la noche a tu lado.
Las lágrimas inundaron los ojos de Paula y rodaron por sus mejillas temblorosas.
-No creo que sea una buena idea -susurró.
-¿Por qué no? ¿Es que ya tienes otra cita? -preguntó Pedro en tono bromista.
-Así es -mintió Paula sin pensárselo.
-¿La tienes? -preguntó él obviamente sorprendido. Vaya, Paula, no me digas que has vuelto a la caza.
Había llegado el momento de poner fin a su relación con Pedro de una vez por todas. Era la única forma de conseguir paz y curar su corazón y no había necesidad de que la mirara con lástima. Así que ¿Qué mejor manera de hacerlo que utilizando su propia sugerencia?
-Nunca la abandoné, sólo me tomé un descanso hasta que... El trabajo me dejara algo de tiempo libre. Ahora he vuelto. Pablo y yo.
-No puedes hablar en serio.
-Muy en serio -contestó ella con la voz ligeramente histérica-. El caso es que Maca y Pablo han elegido a alguien para que me acompañe a la fiesta. Por eso es más sencillo que vaya con ellos.
-Así que prefieres ir con Pablo.
-Y Maca -repitió.
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