-¿Ninguna? -preguntó ella suspicaz.
-Ninguna.
-Pues algunas de ellas parecían muy divertidas.
-Sí, algunas hubieran podido serlo. Pero ya no.
-¿Y por qué no, Pedro?
-¿Que por qué no? Porque acabo de romperme la otra pierna.
Pleasanton gruñó y trató de ponerse en pie.
-Pues no sé, no estoy muy segura de querer casarme con un hombre con la pierna rota -contestó Paula observando a Pleasanton.
-Puede que nos cause problemas -dijo Pedro señalándolo-. Creo que no debería volver a hacer eso... lo de pegarlo.
-Tranquilo -dijo Paula alisándose la falda y acercándose a David-. Vamos, grandullón -añadió ofreciéndole el brazo a David yayudándolo a levantarse y salir al porche-. Que lo pases bien.
Paula lo soltó. David se tambaleó unos instantes y luego ella posó el dedo índice sobre su hombro. Quizá fuera el peso del dedo, quizá la brisa que soplaba del norte, lo cierto fue que Pleasanton cayó escaleras abajo y fue a parar al charco que había a sus pies. Hope admiró su trabajo y volvió junto a Pedro.
-¿Qué le has hecho? -preguntó él.
-Nada. Simplemente le señalé la salida. Cayó sobre el charco que hay al pie de las escaleras. Te dije que debías limpiarlo, puede que nos demande -añadió tomando asiento en el sofá-. Y ahora, hablemos sobre mi boda...
-¿Tu boda? Creía que era la boda de los dos. ¿Qué es esto, una rebelión? Pensaba que ese tema estaba resuelto. Vamos a casarnos, y yo soy el que va a mandar en casa.
-Pedro Alfonso, yo aún no he dicho nada sobre quién va a mandar en casa. Tú, desde luego, serás el cabeza de familia, y te garantizo que respetaré todas... casi todas tus órdenes -contestó Paula cruzando los dedos de ambas manos-. Lo único que exijo es ponerle el nombre a todas las niñas. Eso no tiene nada de malo, ¿No?
-No sabría decirte -musitó él-. Me duele el pie. ¿Crees que podrías llamar a alguno de tus parientes médicos o a urgencias?
-Por supuesto que llamaré -contestó Paula con dulzura, obedeciendo de inmediato-. Vendrán enseguida, pero no te rías mucho mientras tanto-le informó instantes después-. ¿Sabías que los padres de la novia tienen que pagar la ceremonia?
-Tranquila, será barato. Bastará con un Juzgado de Paz, a mí no me importa pagar.
-Ah, qué bueno eres, pero habrá que planearlo todo con mucho cuidado.
-¿Y por qué?
-Porque yo voy a casarme en una iglesia, con toda la ceremonia, flores, música y todo lo demás. Habrá que planearlo todo para que la ceremonia del Juzgado de Paz no coincida con la de la iglesia, pero saldrá bien.
-Tengo la sensación de que estás tramando algo, debe de ser porque me duele la pierna. ¿Has dicho que vas a casarte en una iglesia? ¿Con flores, guantes blancos, damas de honor y todo eso?
-Y una niña esparciendo pétalos de flores. Aún no se lo he pedido a Martina, pero estoy segura de que aceptará.
-¡Espera un maldito segundo! Dije que nos casaríamos en un Juzgado.
-Te he oído la primera vez, Pedro.
-Y no vamos a celebrar dos ceremonias. ¡No!
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