viernes, 4 de diciembre de 2020

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 35

 -Es malo, ¿Verdad? -rió él-. Tú eres el ama de llaves. Si te hubieras levantado antes ninguno de los dos habría tenido que sufrir con este café.


Paula retiró la silla, agarró la jarra del café y la llevó al fregadero.


-Échame a mí la culpa -contestó tirando el café por el desagüe-. No comprendo cómo te las has podido arreglar sin mí hasta ahora.


La sonrisa se borró del rostro de Pedro. El hombre que contestó a aquella pregunta lo hizo muy serio:


-Ni yo tampoco. ¿Estás haciendo más café?


-No más del mismo café, sino mejor. Sea lo que sea lo que haga seguro que estará mejor -aseguró encendiendo un fuego de la cocina y colocando encima la cafetera.


-¿Sabes una cosa?


-No, ¿Qué?


-Que puede que mi hermana y mi cuñado falten durante mucho tiempo, y sin tí podríamos morir envenenados antes de que volvieran - comentó él.


-¿Envenenados? -preguntó ella, observando su expresión de inocencia.


-Sí, envenenados -afirmó él-. Muertos, todos.


-Y... ¿Tienes algún plan para evitar ese terrible destino?


-Sí, yo siempre me encargo de los planes de trabajo, señorita Chaves. Hay una solución muy sencilla, lo único que tienes que hacer es casarte conmigo.


-Que lo único que tengo que hacer es... ¿Qué? -repitió Paula dando un paso atrás en la cocina-. Lo único que tengo que hacer es...


-Casarte conmigo. ¿Se te ocurre otro plan mejor? -la cafetera comenzó a silbar. Debía tener los oídos taponados, se dijo Paula. ¿Casarse? Esa sí que sería una buena broma. ¿Casarse con Alfonso?-. Anoche tuviste una buena idea -continuó él interrumpiendo sus pensamientos.


-¿Una buena idea? ¿Yo...? -sí, era cierto, tenía que admitirlo. Tenía que ser sincera. Había sido muy... divertido. Pero no era el tipo de... diversión que una Chaves podía andar buscando. Jamás. Su madre, tendría seguramente algo que decir al respecto-. Eso una chica no puede reconocerlo. Además, no estoy muy segura de que mi familia te apruebe. ¿Por qué no vas por los chicos y...?


-¿Esa es otra de las técnicas de los Chaves? ¿No hacer jamás cuanto pueda dejarse para otro día?


-No tientes a tu suerte -soltó Paula saliendo de la cocina y escabulléndose por las escaleras.


La expresión de su rostro era de sorpresa, casi de shock. Pero no por la necia proposición de él, sino porque no se había atrevido a responder.


Una hora más tarde Martina apareció en el umbral de su dormitorio.


-¿Tía Paula?


-¿Sí, cariño?


-¿Es que hoy no se desayuna?


-¿No te ha preparado nada tu tío?


-Sí, hizo cereales de avena, pero yo me refiero a un desayuno de verdad, como huevos con jamón, salchichas con beicon y tostadas, cosas así.


-Tienes hambre, ¿Eh?


-Me muero de hambre.


-Yo también, cariño. Vamos.


Por las escaleras se encontraron con un niño disgustado que los detuvocon un gesto imperioso de la mano.


-El tío Pedro ha dicho que subas y que te pongas ropa de mucho abrigo porque vamos a salir a la nieve.


-Yo no -replicó Martina tomando a Paula de la mano-. Paula y yo volvemos a la cocina a desayunar un desayuno de verdad. Tú vete a la nieve.


-Pero el tío ha dicho...


-El tío Pedro ya no es mi tío favorito, ahora la tía Paula es mi tío favorito.


-Pero tonta, ella no puede ser tu tío favorito, es una chica. ¡Los tíos tienen que ser hombres!


-¡Hah! ¡Y tú qué sabes!


-¡Además el tío Pedro ha dicho...! 


La niña rió satisfecha y bajó las escaleras de la mano de Paula. Y Nacho, a pesar de las órdenes de su tío, bajó tras ellas. 


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