viernes, 18 de diciembre de 2020

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 56

 -Y así fue cómo sucedió -concluyó Alejandra-. Y luego nos casamos.


Entonces volvió a sonar el timbre de la cocina. Enseguida se oyeron pisadas en la escalera, que cesaron en el baño de la planta de abajo. 


-Le toca practicar con el orinal -le explicó Paula a su madre-. Entonces, ¿Crees de verdad que debo casarme con él?


-Eso tendrás que decidirlo tú -contestó su madre-. El amor es algo muy distinto para cada uno pero, si te casas con él, tómalo tal y como es, no lo tomes por lo que crees que puedes llegar a hacer de él. Solo puedes cambiarte a ti misma. ¿Te ha pedido que os caséis?


-Sí, más de una vez, y creo que...


-¿Sí?, ¿qué es lo que crees?


-Creo que si me lo pide otra vez, voy a aceptar.


-Pues concédenos un poco de tiempo -pidió Alejandra dando una palmadita en la mano a su hija-. Tus hermanas querrán asistir a la boda.


-¿Y papá?


-A él no tengo que preguntarle, cariño. A él simplemente se lo diré.


-¿Boda? -repitió Martina entrando en la habitación. Ninguna de las dos la había oído llegar-. ¿Te vas a casado?


Paula miró a su madre, suspiró y se encogió de hombros.


-Quizá, pero es un secreto. Así que ya sabes, no se lo cuentes a nadie. Y menos al tío Pedro.


-Yo sé guardar secretos -respondió Martina ofendida-. Bueno, creo que sé. ¿Y qué vas a hacer esta mañana, mamá?


-Pan -contestó Paula-. Tu tío come pan casero como si las panaderías estuvieran pasadas de moda.


-¡Qué gracia! ¿No es divertido? -rió Martina mirando a Alejandra-. ¿De verdad eres la mamá de Paula?


-Sí, de verdad.


-¡Entonces eres mi abuela!


-Algo así -vaciló Alejandra-. Yo soy la abuela de muchos niños. Paula, debes tener cuidado, supón que aparece Carolina...


-Sí, lo sé, pero la verdad es que no sé cómo arreglarlo.


-¿Que no sabes cómo arreglar qué? -preguntó una voz profunda desde la puerta, justo cuando Delfina entraba.


Tras ella, Pedro caminaba con bastón y sin muletas. 


-¡Tío Pedro! -gritó la niña saliendo a todo correr de la cocina y saltando sobre él-. ¿Ya estás bien?


-Creo que sí -contestó él haciéndola volar por los aires.


-Sí, pero no como para esas acrobacias -advirtió Delfina-. Al menos por ahora. ¿Lista para marcharnos, mamá?


-Sí -convino Alejandra-. He tenido una agradable charla con Paula, y otra con Martina.


-Y sé un secreto -gritó Martina-. Lo diré en voz baja, porque es secreto.


-Dímelo a mí -pidió el tío Pedro.


-¡Ah, no! -contestó Paula.


-¡Paula se va a casar! ¡Te dije que estabas esperando demasiado!


El tío pedro, con la niña en brazos, se dió la vuelta y miró a Paula. Su mirada era dura, sus labios no sonreían.


-¿En serio? -preguntó Pedro.


-Sí, en serio -contestó su sobrina nerviosa.


-Adiós -se despidió Alejandra agarrándose del brazo de Delfina.


-Cobardes -musitó Paula.


-Cuidado con esa pequeña, cariño -sonrió su madre antes de marcharse.


Delfina vaciló, se encogió de hombros y siguió a su madre hasta la puerta.


-Creo que no deberías de haberme contado tu secreto, Martina -dijo el tío Pedro. 

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