lunes, 28 de diciembre de 2020

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 67

 -Pedro dice que si queremos casarnos será una ceremonia sencilla... en un juzgado, o ante un juez de paz. Algo rápido -Paula tenía la cabeza inclinada, miraba al suelo. Cuando su madre se echó a reír la levantó indignada-. ¡Mamá! No tiene ninguna gracia, ¿sabes?


-Ah, sí que la tiene, cariño. Cuando tu padre y yo decidimos casarnos... bueno, para ser sinceros, cuando tu padre decidió que debíamos casamos dijo exactamente lo mismo. Algo sencillo, ante un Juez de Paz o algo así.


-¡Pero... si se casaron en una iglesia!


-Por supuesto. Con cuatro damas de honor, una madrina, una niña llevando flores y ni te imaginas cuántos invitados. Llegué a creer que me estaba casando con la Chaves Incorporated.


-Y... ¿Disfrutaste, madre?


-Hija, fue maravilloso. Yo antes no lo sabía, pero las bodas son para las novias, ¿Sabes? La novia y su madre se encargan de todo, y el padre paga las facturas. Y luego, cuando los novios se van, el resto de la gente se sienta, pone los pies sobre la mesa y, según cuentan, se toman un par de copas y lloran a gusto comentado la fiesta.


-¡Pero si tú no tenías ni madre ni padre!


-No, amor, eso fue lo que pensé, pero tu padre se encargó de todo.


-Mamá, no comprendo todo eso de casarse. ¿Has dicho que lo paga todo la madre de la novia, o el padre? ¿Y qué hace el novio?


-Según creo recordar el novio necesita un traje y tiene que llegar a la hora en punto. No es muy difícil, ¿Verdad? Pero por supuesto, después de la boda, se hace responsable de la luna de miel y de todo lo que viene después.


-¡Voy a romperle la otra pierna! ¡Maldito hombre!


-¿Es que acaso estamos pasando de la teoría a la práctica? ¿Tiene algo que ver el nombre de Alfonso con todo esto?


-Creo que no puedo evitarlo. Adoro a ese...


-¡Tranquila, tranquila! No jures. Al menos hasta después de la boda. ¿Ha vuelto a pedírtelo?


-Sí, aunque con muy poco entusiasmo. Dijo que tenía libre el próximo martes, así que podíamos... ¡Voy a matarlo! -exclamó enjugándose una lágrima. Luego recordó haber prometido no volver a llorar jamás por aquel hombre-. Mamá, ¿Papá también se portó así?


-¡Cariño, pero si has tenido suerte! Las navidades antes de que nos casáramos tu padre perdió los estribos y mandó a tu hermana Vanesa a Newport con su abuela, y luego se marchó al desierto del Sahara a construir una maldita carretera. Justo antes de las navidades, ¿Puedes creerlo? Y no volvió hasta que no le dije que Vanesa había huido en medio de la peor tormenta de Nueva Inglaterra y que.... bueno, esa es otra historia.


-¿Es que acaso... dijiste algo que lo molestara?


-¿Yo? -preguntó Alejandra ruborizándose-. Bueno, dije unas palabras sobre el Coronel y luego... luego le dije que lo amaba.


-¿Solo eso? ¿Que lo amabas?


-Solo eso. No había más que decir. Pero vamos a ver, ¿Qué piensas hacer, amor?


-¿Hacer? Voy a dejar a Luca aquí, y después voy a volver a esa casa y a montar un escándalo.


Paula se puso en pie, le devolvió los tiestos a su madre y salió del cementerio a toda prisa. Instantes más tarde Alejandra escuchó el motor del Jeep de su hija.


-¡Dios mío! ¡Qué testarudos nos hemos vuelto! -murmuró satisfecha.


Paula iba dispuesta a poner en marcha el motor y a salir disparada, pero antes de que pudiera hacerlo llegaron dos coches. Uno era el de su padre, y el otro el de su hermano Gonzalo. Ambos salieron de sus vehículos con miradas acusadoras. Paula los imitó. Gonzalo sacudía una hoja de papel delante de sus narices.


-¿Y bien?


-Tranquilo -murmuró su padre.


-¿Tranquilo?, ¿Qué quieres decir? -exigió saber Paula.


-Esto es una factura mandada a nombre de la Chaves Incorporated por valor de seiscientos dólares -dijo Gonzalo-. Aquí pone «Por cierta operación de rescate en Sanjestan». Bien, quisiera saber quién ha autorizado esto. Abajo dice «Autorizado por un miembro de la familia Chaves». Pues bien, no fue papá, ni Vanesa, ni Macarena, ni Delfina ni yo. 

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