lunes, 7 de diciembre de 2020

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 39

Luego se apresuró a entrar. Martina, que no supo cómo contestar a aquel razonamiento tan adulto, la siguió. Nacho estaba en el salón con un vaso de leche y una galleta en la mano.


-Podría dormir aquí -dijo el niño señalando con un gesto hacia la chimenea-. Tiene saco de dormir y todo eso.


-Sí, seguro que le encanta dormir en un saco -contestó Paula sacudiendo la cabeza.


No obstante el salón estaba bien caldeado, tenía un baño al lado, y... Lo que necesitaba era un consejo, se dijo Paula alcanzando el teléfono.


-No estamos en casa -dijo una voz masculina. -No te atrevas a colgarme, Nicolás Morales -gruñó Paula en respuesta-. Necesito un consejo médico.


-¡Que Dios nos asista! -respondió Nicolás-. No estarás enferma, ¿Verdad, nenita?


Paula había aprendido a manejar a su enorme cuñado. Era la única persona, aparte de su madre, a quien permitía que la llamara «nenita». De pronto lo escuchó llamar a gritos a su hermana. 


-No, no, espera -exclamó ella. Demasiado tarde. Su hermana mayor, Delfina, había agarrado el auricular y, como era habitual entre los Chaves, pretendía arreglarlo todo de inmediato. 


-Paula, no estarás enferma, ¿Verdad? 


-No, estoy trabajando, no estoy enferma, pero el hombre para el que... Sí, estoy trabajando. Como ama de llaves, pero no, él... No, te he dicho que como ama de llaves, y no es que esté orgullosa, pero... Sí, se ha roto una pierna y lo han llevado al Morton Hospital y yo... Sí, mamá sabe la historia... no... ¡No!


Paula escuchó a su hermana hablar, con su marido. Él también era médico:


-Es Paula, que ha encontrado por fin un hombre, pero se ha roto la pierna... Al Morton, supongo... -luego volvió al auricular-. Tranquila, Nico y yo ya salimos de camino. Vamos al hospital ahora mismo.


-¡No, no! -gimió Paula-. No era eso lo que... Pero Delfina ya había colgado. -¿Tienes una hermana? -preguntó Nacho. 


-Lo que tengo es un problema -respondió Paula. Nacho, que sabía lo problemáticas que podían llegar a ser las hermanas, sacudió la cabeza. Ella marcó otro número de teléfono. Esperaron y por fin una dulce voz contestó:


-Chaves Incorporated. ¿Puedo ayudarlo? 


-Soy Paula Chaves, quiero hablar con mi hermano. Es urgente.


-Sí, señora -la llamada atravesó tres oficinas y otras tantas secretarias hasta llegar a Gonzalo, que respondió de mal humor-: Paula, ¿Qué ocurre? ¿Se trata de Pop?, ¿Es el corazón?


-No, no se trata de Pop. No se trata de nadie de la familia. Se trata del tío Pedro, se ha roto la pierna.


-Estaba preocupado por Pop-confesó Gonzalo suspirando aliviado-. Siento mucho que el tío Pedro se haya roto una pierna, pero... ¿Quién diablos es el tío Pedro? ¡Estoy muy ocupado, nenita! ¡Esto es el colmo!


-¡Yo no soy ninguna nenita, tú eres el pequeño de la familia!


-No me grites -contestó él bruscamente-. Siento mucho haberte llamado nenita. Lo siento. Me disculpo. Y siento que el tío Pedro se haya roto la pierna pero, ¿Qué tiene que ver la Chaves Incorporated con eso? - después de lo cual debió de ponerse a hablar con su secretaria tapando el auricular, porque Paula lo escuchó decir-: Es mi hermanita, la pequeña, que está un poco nerviosa. Diles que voy enseguida. 

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