-Claro. Parar, ¿Qué?
-Lo que estás haciendo.
-Ah, por supuesto -contestó él.
Sin embargo se trataba solo de palabras, Pedro seguía moviendo la mano.
-¡Maldito seas!
-No he sido yo quien se ha subido a hurtadillas a tu cama.
-¿A hurtadillas? -repitió ella.
-A hurtadillas, se dice así, ¿No? ¿Y por qué ibas a molestarte en venir hasta aquí si no es por un poco de sexo? Relájate, no hay modo mejor de comenzar el día.
-Eso es, vine a preguntarte si Nacho tenía que ir al colegio. Me tumbé un momento para calentarme los pies en tu cama, que estaba vacía, y tú vas y me asaltas. ¿Qué clase de hombre eres?
-Bueno, bastante corriente -contestó él inclinándose hacia ella y sonriendo-. Ya sabes, ira, violación, saqueo, todo eso.
-No, no lo sé -replicó Paula rodando por la cama y yendo a caer al frío suelo-. ¡Ni quiero averiguarlo! -exclamó comenzando a jurar.
-No tiene sentido que te enfades -rió él-, ahí fuera hay más nieve de la que podrías retirar jamás. No puedes huir a tu casa en un día como este.
-¡Eres... eres una especie de monstruo! -replicó ella-. ¡Eres...!
-Mira -dijo Martina desde el umbral de la puerta entornada.
-Estoy mirando -contestó Nacho a su lado-. Igual que mamá y papá. ¿Se van a casar, tío Pedro?
-Sí, un frío día de invierno -contestó Paula tratando de taparse con la camiseta.
-No creo que eso le interese demasiado a la dama en este momento - contestó el tío Pedro suspirando-, pero sería divertido.
-No te engañes, no te gustaría lo más mínimo -replicó Paula-. ¡En absoluto!
Paula trató de ponerse en pie. Luca se acercó a ella. Al menos el perro le daba calor, y además era lo suficientemente grande como para taparla. Le dió palmaditas en la cabeza y tiró de él para que se pusiera más cerca.
-Bien, pues si no van a casarse hoy tendré que ir al cole -comentó Nacho-. La nieve debe tener ya unos trescientos metros de alto.
-No tanto, pero no hace falla que vayas al colegio -contestó su tío-. Y ahora, por favor, ¿Quieren marcharse y dejarme dormir? Llevo la mitad de la noche despierto por culpa del ordenador, que se ha estropeado. ¡Todo el mundo a la cama!
-¡Buena idea! -convino Paula.
-¡Pero yo tengo hambre! -se quejó Martina.
Paula se quedó mirándola. Martina estaba de pie, observándola.
-Vamos, cariño, bajemos a la cocina.
-¿Y yo? ¿puedo bajar yo también? -preguntó Nacho agarrándose a la mano de su hermana.
-Así que huevos revueltos, salchichas, tostadas y zumo de naranja - anunció Paula. Luca le dió un empujón-. Y galletas de perro -añadió.
-¿Sabes una cosa? -preguntó Nacho-. Ya llevas dos días aquí, y todavía no hemos desayunado cereales de avena.
-¿No? -repitió Paula observándolos suspicaz-. ¿Les gustan los cereales de avena?
-Los detestamos -respondió el niño-, pero es lo único que sabe cocinar el tío Pedro.
-Adoro al tío Pedro -intervino Martina.
-¿Pero detestas sus cereales?
-¿Por qué no te casas con el tío Pedro? -preguntó Nacho-. A veces, cuando mamá se enfada con papá, le grita y le dice: «No me cuentes nada de mi hermano. Ojala estuviera casado, así descubrirías qué clase de santo es» ¿Qué quiere decir eso?
No hay comentarios:
Publicar un comentario