viernes, 18 de diciembre de 2020

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 59

 -Esas guerrillas no son de fiar. O pagamos el rescate o mandamos una fuerza militar para liberar a los rehenes, o bien no hacemos nada y nos arriesgamos a perderlos a todos.


-¡Eh, esas son palabras mayores, señorita! ¿Estás sugiriendo que organicemos nuestro propio ejército?


-No, organizarlo no, más bien alquilarlo. La Chaves Incorporated lo ha hecho otras veces. ¿O prefieres que los dejemos en manos de la guerrilla y nos arriesguemos a lo peor?


-Yo no soy un gran partidario de la diplomacia, pero eso de alquilar nuestro ejército...


-Ve de pesca o suelta el anzuelo -comentó Paula.


-Sí, lo sé -suspiró Pedro-. Cualquier cosa menos la diplomacia. ¿Por qué habría creído yo que eras una chica dulce?


-Solía serlo... pero no voy a permanecer impasible mientras la madre de Martina está en esa...


-Está bien -contestó Paula alzando la mano-. Y ahora, ¿Qué hacemos?


-Primero llamar a mi hermano Gonzalo. 


-¿Y luego?


-Ya veremos.


-Sí, ya veremos -confirmó Pedro-. ¿Qué te parece un beso? -preguntó acercándose lentamente hacia ella. Paula levantó una mano para detenerlo-. ¿No hay besos?


-Voy a casarme -le recordó Paula.


Y si aún no sabía con quién le estaba bien empleado, reflexionó. Primero Pedro tendría que confesarle que la quería, luego ya descubrirían entre los dos qué era todo eso de los besos. Una vez más, el orgullo de los Alfonso le hizo fallar la prueba a él.


-Ah, sí, te casas, ¿Verdad? -contestó él echándose atrás.


-Llamemos a Gonzalo -sugirió ella. Pedro descolgó el teléfono. Gonzalo estaba en Venezuela-. Entonces llama a mi padre.


Pedro obedeció. Al colgar su expresión era de desesperación.


-Tu padre acaba de llevarse esta tarde a tu madre a una Convención Jurídica en Hawai. No volverán hasta dentro de una semana. ¿Es que no te lo ha dicho ella esta mañana? Y tu hermana Vanesa, la ingeniera jefe, sigue en África. ¡Dios!, ¿Es que no queda nadie de tu familia en casa?


Paula recordó vagamente que su madre se lo había mencionado. No podía quedarse ahí parada mientras la familia de Pedro estaba en peligro. Su hermana Delfina se había retirado de la dirección de la empresa al pasar los exámenes médicos, y su hermana Macarena seguía en el Caribe. ¿Qué hacer?


-Bueno, quedo yo -dijo Paula.


-¿Tú?


No era necesario que lo dijera con aquel tono, como defraudado. Aquel hombre aún tenía mucho que aprender sobre la familia Chaves.


-Sí, yo. Soy vicepresidenta de la empresa, para que lo sepas, así que dame ese maldito teléfono -él obedeció. Paula marcó-. ¿Pablo? Aquí Paula Chaves. Comunícate con nuestro hombre de Geetan. La respuesta es «Adelante».


Era difícil no echarse a reír ante la expresión del rostro de Pedro.


-Más de medio millón de dólares, ¿y lo resuelves así? ¿Sin más? - preguntó él.


-Así, sin más -contestó ella-. Quizá salga más barato. 

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