miércoles, 18 de diciembre de 2019

Destino: Capítulo 8

Los dos estaban muy ocupados: Federico con el rancho y criando a Abril él solo, y David como jefe de policía con pocos medios y planificando su futuro con Brenda y Gabi. Así que les agradeció de todo corazón que se ofreciesen a ayudarlo.

—No creo que haga falta —les respondió—. El trabajo duro ya está hecho y queda solo la parte divertida.

—Siempre he pensado que estás un poco loco —comentó Luciana sacudiendo la cabeza—. No puedo creer que terminar la obra y pintar te parezca divertido.

—A mí me gusta pintar —dijo Abril—. Puedo ayudarte, tío Pedro.

—¡A mí también me gusta! —exclamó Gabriela—. ¿Podemos ayudarte?

—Gracias, chicas, seguro que Federico les encuentra alguna tarea aquí. Creo que la valla necesita una mano de pintura en la parte que está más cerca del río.

—Aquí siempre hay algo que necesita una mano de pintura — admitió Federico—. En cuanto empiece a hacer mejor temperatura por las noches, los pondré a trabajar.

—¿Y nos pagarás? —preguntó Gabriela.

Federico se echó a reír.

—Podemos negociar las condiciones con tu abogada.

Luciana le hizo a Brenda, la abogada, una pregunta acerca de su boda, que tendría lugar en junio, y Pedro se alegró de que se cambiase de conversación. Desde que David y Brenda se habían conocido y enamorado, él se había sentido ligeramente incómodo, como si su mundo hubiese cambiado. Quería mucho a su hermano. Más que eso, lo respetaba. David era su mejor amigo y se alegraba de que fuese feliz con Brenda y Gabi, pero desde que habían anunciado su compromiso él se nota barbaro. Y después de ver a Paula con sus hijos la sensación no había hecho más que aumentar. Disfrutaba con su trabajo de bombero y ayudando a su comunidad e intentaba llevar una vida decente. No obstante, había dos cosas de las que se arrepentía en la vida, y una de ellas tenía mucho que ver con Paula Chaves. Sabía que le había hecho daño. Lo había sabido en el momento en que se lo había hecho, pero el hombre siniestro y furioso en el que se había convertido después del asesinato de sus padres se había empeñado en destruir todas las cosas buenas que había tenido en la vida. Así que no le extrañaba que Paula hubiese dicho que no se casaba con él. Por mucho que eso le hubiese dolido. Le había advertido que no se casaría si no cambiaba de verdad, pero él se había negado a hacerlo. Así que ella había hecho su vida, había aceptado un trabajo en España y unos años más tarde se habíacasado con otro hombre. Después, debía de haber sufrido todavía más, porque, al parecer, su marido y padre de sus hijos había muerto ahogado seis meses antes.

—¿Vas a comer algo?

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