lunes, 23 de diciembre de 2019

Destino: Capítulo 20

—Ahora no podemos tener un perro, Agus.

Paula intentó quitarle la idea de la cabeza antes de que se hiciese ilusiones.

—Ya hemos hablado de esto antes. Todavía estamos instalándonos en Pine Gulch y mientras estemos viviendo con la abuela en el hostal no podremos tener perro.

El niño hizo un puchero y a Paula le recordó a su padre cuando no se salía con la suya.

—Siempre dices lo mismo. Y yo quiero un perro.

—Lo sé, Agustín, pero no vamos a tener un perro ahora. Tal vez dentro de un año, cuando las cosas estén un poco más tranquilas.

—¡Pero yo quiero un perro ahora!

—Lo siento —dijo Luciana—, pero me temo que Sue no sería feliz aquí. Es una perra a la que le gusta ocuparse del ganado. Y tú no eres un buey, ¿Verdad? No tienes cuernos.

El niño puso los ojos en blanco.

—Claro que no soy un buey —respondió—. ¿Qué es un buey?

Luciana se echó a reír.

—Es el macho de la vaca.

—Pensé que eso era el toro.

—Y tienes razón —le dijo su madre—. Hay dos clases de machos bovinos, el toro y el buey.

—¿Y cuál es la diferencia? —preguntó el niño.

—Que los bueyes son sopranos —respondió Luciana—. Ahora, tengo que marcharme con mis toros y mis bueyes de River Bow. Gracias por el delicioso desayuno. La próxima vez me toca invitar a mí.

—Agus, ayuden a la abuela a recoger la mesa mientras acompaño a Luciana. Yo fregaré en cuanto vuelva.

Alejandra les preguntó a los niños si querían ir un rato al parque más tarde, y ambos se quedaron entretenidos con su abuela.

—Siento el interrogatorio —le dijo Paula a Luciana mientras iban al coche.

—Los niños son así. Mi sobrina tiene casi diez años y todavía piensa que deberían nombrarla reina del universo. No pretendía empezar una discusión al hablar de perros.

—No te preocupes, llevamos tres años hablando del mismo tema. Su mejor amigo de Madrid tenía perro y Agus también quería uno, pero mi marido no estaba de acuerdo. Así que cuando este murió el niño empezó a decir que ya no había motivo para no comprar un perro.

—Puedes traer a los niños al rancho para que jueguen con mis perros. Y a lo mejor también les apetece dar un paseo a caballo. Tenemos unos ponis que serían perfectos para ellos.

—Suena divertido. Seguro que querrán ir.

Paula pensó que Luciana hacía el ofrecimiento por educación, pero esta continuó:

—¿Por qué no venís el próximo fin de semana? Estoy segura de que a Federico le encantará verlos.

Federico era el hermano de Pedro con el que menos relación había tenido Paula. Por la época en la que ella se había comprometido con Pedro, Federico no se había llevado bien con sus padres, por lo que había ido poco por River Bow. Las pocas veces que lo había visto le había parecido muy serio. No obstante, siempre había sido agradable con ella, todo lo contrario que su ex mujer, que había sido antipática con casi todo el mundo en el rancho.

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