viernes, 20 de diciembre de 2019

Destino: Capítulo 12

Ella lo miró de soslayo, como si no estuviese segura de su sinceridad.

—¿Cuando no provocan incendios, quieres decir?

Él se echó a reír.

—Doy por hecho que aquello fue un accidente.

Entonces la vió casi sonreír, pero Paula giró la cara y se loperdió. Algo se removió en su interior al verla tomar una alegre flor amarilla y ponerla en el pequeño hoyo que acababa de hacer. Había atracción, de eso no le cabía duda. Se le había olvidado lo guapa que era, su elegancia y su dulzura. Estaba tan bonita como siempre. No, todavía más que diez años antes. No estaba seguro de cómo la había tratado la vida, pero los años le habían sentado muy bien y en esos momentos tenía una belleza madura, que lo atraía todavía más que cuando habían estado juntos. Había atracción, sí, pero se había sentido atraído por muchas otras mujeres en los diez últimos años y sabía que lo que sentía enesos momentos, estando allí con Paula, iba mucho más allá. Decidió que había llegado el momento de marcharse y optó por sacar un tema del que sabía que ella no querría hablar.

—¿Qué le pasó al padre de los niños?

—Que yo sepa, eso no es asunto tuyo —replicó ella.

—No lo es, pero tengo curiosidad. Te casaste con él un par de años después de dejarme a mí. Es normal que quiera saber más.

Paula arqueó una ceja y puso expresión de no estar de acuerdo con él.

—Estoy segura de que ya has oído los detalles más escabrosos —le respondió con voz tensa—. Javier murió hace seis meses. Tuvo un accidente de barco en Barcelona. Murieron él y su amante del momento. Fue una tragedia para todos los afectados.

Pedro solo había oído que su marido había muerto, nada más. Y suponía que nadie en Pine Gulch conocía toda la historia, si no, ya le habrían llegado los rumores. Paula evitó mirarlo y él supo que se arrepentía de haberle dado tanta información. Lo que no sabía era por qué lo había hecho. Tampoco supo qué contestarle.

—Lo siento —dijo por fin, aunque sonase trillado.

—¿El qué? ¿Su muerte o la de su amante?

—Ambas.

Todavía sin mirarlo, Paula tomó otra flor del suelo.

—Era un buen padre, quería a sus hijos. Y ambos lo echan mucho de menos.

—¿Tú no?

—Te repito que no es asunto tuyo.

Pedro suspiró.

—Tienes razón, no lo es, pero una vez fuimos amigos, antes de que ocurriese… bueno, todo, y me gustaría saber cómo fue tu vida después de marcharte de aquí. Nunca has dejado de importarme, aunque me abandonases.

—No vayas por ahí, Pedro. Ambos sabemos que fui yo la que rompió el compromiso porque tú no tuviste el valor de hacerlo.

Aquel sí que fue un buen golpe. Pedro estuvo a punto de retroceder.

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