lunes, 16 de diciembre de 2019

Destino: Capítulo 1

Pedro Alfonso quería a aquellos hombres como si fuesen sus hermanos, pero en ocasiones le entraban ganas de pegarle un buen manguerazo a todo el departamento de bomberos voluntarios. Era su segunda formación de rescate en aguas bravas de ese mes, una formación que hacía cinco años que recibían, desde que él se había convertido en jefe del cuerpo, y todavía les costaba tirar una cuerda de salvamento cerca de donde flotaba una de las tres «víctimas», en el río Cold Creek.

—Tengan que tener en cuenta la corriente del agua y tirar la cuerda lo suficientemente lejos como para que la corriente la lleve hasta ellos —dijo por enésima vez.

Los tres bomberos voluntarios que hacían de víctimas fueron llegando a la cuerda que habían colocado para poder salir del río. Por suerte, aunque el agua estaba bastante fría en esa época del año, todavía faltaba un mes para que llegase la primavera y aumentase el caudal, por eso estaba haciendo la formación antes. El río Cold Creek había empezado a ganar popularidad entre los kayakeros por sus curvas y por el espectacular entorno. A él también le gustaba hacer kayak, pero entre los visitantes inexpertos que intentaban practicarlo y los ciudadanos de Pine Gulch, que paseaban demasiado cerca de la orilla, su equipo tenía que hacer varios rescates todos los años y quería que estuviese preparado.

—De acuerdo, vamos a intentarlo otra vez. Tomás, Sergio, Juan, turnense con la cuerda de salvamento. Marcos, Diego, Mariano, esta vez tirense al agua uno cada cinco minutos para darnos tiempo a rescatar al que vaya delante.

El equipo se preparó y vio cómo Marcos Orosco, su segundo al mando, se lanzaba al agua río arriba.

—Bien, Tomás. Ya viene. ¿Estás preparado? Calcula bien. Una, dos, tres. ¡Ahora!

En esa ocasión la cuerda cayó al agua delante de Marcos y Pedro sonrió.

—Eso es. Perfecto. Ahora, dile que se ate la cuerda.

Por una vez, el rescate salió bien. Estaba esperando a que Diego Shepherd se tirase al agua cuando lo llamaron por la radio que llevaba en el cinturón.

—Jefe Alfonso, cambio.

—¿Sí? ¿Qué pasa, Karen?

—Me han informado de que hay un pequeño incendio en el hostal, en el trescientos veinte de Cold Creek Road.

Pedro vió cómo el segundo rescate también salía bien.

—¿Seguro?

De repente, notó que se le disparaba la adrenalina, en Pine Gulch no solía haber incendios en edificios.

—Sí, señor. En estos momentos están evacuando el hostal.

Pedro se maldijo en silencio. Tenía a la mitad del equipo con la ropa mojada, pero lo bueno era que estaban muy cerca del parque de bomberos.

—Hemos acabado —rugió por el megáfono—. Tenemos un incendio en Cold Creek Inn. Tomad vuestros equipos. Y no es un simulacro.

Su equipo se puso en marcha de inmediato y en cuatro minutos habían llegado al parque de bomberos e iban en dirección al hostal. Este estaba a las afueras de Pine Gulch y era un viejo edificio de madera de dos pisos. Pedro no tardó en analizar la situación. Todavía no veía las llamas, pero por una de las ventanas salía una columna de humo negro. Vió a un par de clientes en el jardín y no pudo evitar sentir pena por la pobre señora Chaves. El hostal estaba muy deteriorado y el incendio no iba a ayudarla precisamente a conseguir clientes.

—Marcos, ve con Pablo y asegurense de que no queda nadie dentro. Shep, ven conmigo a hacer una valoración. Ya sabéis todos lo que tenéis que hacer.

Fue con Diego Shepherd hacia la puerta más cercana a la ventana por la que salía el humo y vió que ya había estado allí alguien con un extintor. El fuego estaba casi apagado, pero todavía salía humo de las cortinas.

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