lunes, 30 de diciembre de 2019

Destino: Capítulo 29

Oyó un ruido y levantó la cabeza.

—Miren. Ahí vienen los perros.

Agustín se giró y vió a Luciana acercándose con tres perros a su lado. Sofía se puso tensa y se agarró con fuerza a su cuello. Agustín, por su parte, intentó salir corriendo hacia los animales, pero Paula lo sujetó del hombro.

—Espera hasta que Luciana te diga que puedes acercarte —le ordenó a su hijo.

—Puede acercarse —le aseguró Luciana.

La hermana de Pedro iba vestida con vaqueros y una camiseta amarilla, botas y un sombrero de cowboy. Les sonrió de manera cariñosa y Paula pensó que estaba muy guapa.

—El único peligro es que los maten a lametazos, o que les den algún golpe con el rabo.

Agustín se echó a reír y Luciana volvió a sonreír.

—Pero su madre tiene razón —añadió—. Nunca deben acercarse a un animal extraño sin que su dueño les dé permiso.

—¿Puedo acariciar a uno?

—Por supuesto. Ven, King.

Uno de los collies dio un paso al frente para que Agustín pudiese acariciarlo.

—Ha sido muy buena idea venir —admitió Laura sonriendo—. Muchas gracias por la invitación, Luciana.

—De nada, bienvenidos. Te aseguro que para mí también va a ser un divertido descanso de mis tareas del rancho. En primavera siempre hay mucho trabajo y llevo esperando esto toda la semana.

Hizo una pausa.

—Te tengo que decir que me alegro de que sigas queriendo tener relación con nuestra familia, después de cómo terminó todo con Pedro.

Paula no quería hablar de Pedro. Aquello era lo que le había preocupado cuando Luciana la había invitado a ir al rancho, que ambas estuviesen incómodas por culpa del pasado.

—De todas maneras, Pedro y yo nos llevamos bien —respondió—. Que las cosas no saliesen como habíamos pensado no significa que tenga que evitar a su familia. Siempre los quise. Lo único que siento es no haber seguido en contacto todos estos años. No hay ningún motivo por el que no podamos ser amigas ahora, salvo que a tí te incomode la situación.

—¡En absoluto! —exclamó Luciana.

Y Paula tuvo la impresión de que quería decirle algo más, pero Agustín la interrumpió:

—Me ha chupado. ¡Me ha hecho cosquillas!

Luciana sonrió al niño, que estaba rodeado por los tres perros e iba acariciándolos por turnos.

—Tenemos cachorros. ¿Quieres verlos? —le preguntó esta.

—¡Cachorros! —gritó Sofía, que seguía en brazos de Paula.

Agustín se agarró las manos, muy serio.

—¡Cachorros! Mamá, ¿Podemos ir a verlos?

—Por supuesto. ¿Por qué no? Lo que diga Luciana.

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