viernes, 19 de abril de 2024

Pasión: Capítulo 59

¿Para poder dejarlo fuera otra vez? ¿Para volver a sentirse humillada? No, estaba haciendo lo que debía. Pedro se acercó. Si la tocaba, sabría lo falsa que estaba siendo. Pero se detuvo a unos centímetros para decir:


—Los dos sabemos que podría tenerte en mi cama si quisiera, suplicándome, teniendo un orgasmo. Y lo harás la próxima vez, Paula.


Cuando dió un paso atrás, ella se sintió desorientada. ¿Pensaba que lo había hecho a propósito, que no había terminado a propósito solo para humillarlo o algo así?


—Pero ahora mismo mi deseo ha desaparecido —añadió Pedro, pasando a su lado.


Cuando entró en el salón Paula empezó a temblar. Todo en ella le pedía que lo llamase. ¿Pero no quería apartarlo?, se preguntó. Su pasado nunca le había pesado tanto. Sabía que estaba intentando protegerla, pero también aprisionándola. Podía imaginar a Pedro cambiándose para salir del departamento y se le encogió el estómago. Él era la única persona a la que casi le había contado todo. Recordaba su expresión preocupada… Hasta que lo convenció de que no tenía nada que decir salvo que quería estar sola. ¿Por qué no iba a marcharse si ella lo había empujado a hacerlo?  ¿Y qué importaba que solo la quisiera en su cama? De repente, tuvo que reconocer que, a pesar del miedo, deseaba apoyarse en la fuerza de Pedro para enfrentarse con los demonios que la perseguían. Estaba harta de dejar que el pasado la definiese, de alejarse de las relaciones por temor a que viesen los demonios que había en su interior. Después de todo, ¿Qué era lo peor que podía pasar? Él no podría mirarla con más frialdad. ¿Y si no la creía?, se preguntó. Entonces, al menos habría sido totalmente sincera con él. Unos segundos después vió a Pedro dirigiéndose hacia la puerta, con un pantalón negro y un jersey del mismo color. Reuniendo valor para entrar en el departamento, lo llamó:


—Espera, por favor. No te vayas. 


Pedro se detuvo en la puerta, con la mano en el picaporte. ¿Había oído bien o su imaginación estaba conjurando lo que quería escuchar de la sirena que había puesto su vida patas arriba? No se volvió.


—¿Qué ocurre, minha beleza? ¿Estás dispuesta a tener un orgasmo?


Se sentía desconcertado, perdido. De verdad había creído ver algo increíblemente vulnerable en Paula. Por fin había creído que era lo que parecía ser y entonces, de repente, cambiaba por completo. No se sentiría más ridículo si le hubiera profesado amor eterno. Por fin, se dió la vuelta, la rabia como lava ardiente explotando dentro de él. Cuando la vió, tan pálida, con los ojos empañados, intentó hacerse el cínico:


—Buen intento, pero no voy a tragarme ese papel. Francamente, prefiero que mis amantes sean un poco más constantes.


Iba a darse la vuelta para salir del departamento, pero Paula dió un paso adelante.


—Por favor, espera. Escúchame. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario