lunes, 15 de abril de 2024

Pasión: Capítulo 47

Paula levantó la mirada y su pulso se aceleró. Estaba tan cerca que podía oler su perfume… Algo fresco. De repente, era como si llevase un mes sin verla cuando solo había pasado un día. Un día  en el que había tenido que contenerse para no bajar a las oficinas a verla. Era un peligro. Había esperado que su aroma fuese abrumador, sensual, pero era infinitamente sutil y eso, por alguna razón, lo enfadó.


—¿Qué ocurre? ¿No te gusta el vestido?


¿Había encargado un vestuario de diseño y no le gustaba?


—No, el vestido es precioso —respondió ella con voz ronca—. ¿Pero por qué has enviado tanta ropa? No soy tu amante y no quiero que me trates como tal.


—Pensé que te agradaría estar preparada para acudir a un evento público.


—Quieres decir una humillación pública.


Pedro tuvo que tragar saliva, más preocupado de lo que le gustaría admitir al ver su gesto de contrariedad.


—No es mi intención exponerte al escrutinio público. No quiero que te hagan daño.


—¿Pero no es parte del plan? ¿No es tu pequeña venganza?


Pedro se sintió avergonzado. Era cierto. Paula Chaves despertaba sus más bajos instintos y podía ser tan cruel como lo había sido su padre.


—Quiero que me vean contigo.


Al decirlo se dió cuenta de que era verdad. Quería llevarla de su brazo y no para castigarla. Al pensar en la reacción adversa del público un instinto protector lo sorprendió, pero antes de perder pie completamente la tomó de la mano y dijo con voz ronca:


—Deberíamos irnos o llegaremos tarde.


Mientras bajaban en el ascensor vió que se agarraba al bolso como si fuera un salvavidas y cuando se detuvo puso una mano en su espalda como para protegerla. 


—¿Estás nerviosa?


Mientras se apartaba, en sus ojos vió una emoción indefinible.


—No digas tonterías. Es que hace tiempo que no hago vida social. Nada más.


Pedro sabía que estaba mintiendo, pero le hizo un gesto para que lo precediese. Fuera los esperaba una legión de paparazzi y, sin darse cuenta, puso un brazo a su alrededor y la apretó contra él, cubriendo su cara con una mano mientras se dirigían al coche a toda prisa. En el interior del coche, el corazón de Paula latía con tal violencia que casi la mareaba. No había esperado aquello y no podía dejar de sentirse traicionada. Todo lo que Pedro había dicho era mentira y debería haberlo esperado. Era una tonta. Por supuesto que quería vengarse…


—Yo no he tenido nada que ver con eso. Deben haberles avisado, pero no sé quién —dijo Pedro, apretando su mano.


Parecía realmente preocupado y le gustaría creerlo.


—No volverá a pasar —añadió.


Paula intentó sonreír.


—No te preocupes. 

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